El Beso (Volkway soft/+18)

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Admiraba con detenimiento cada rasgo de su rostro apreciando ciertos detalles de este que nunca antes se había parado a observar. Tomó con su pulgar y su dedo índice el me ton del ruso para acercarle a él. Ahora podía ver con más precisión sus pequeñas pero notables arrugas que comenzaban a aparecer por la edad que el comisario tenia, sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas por aquella situación para nada habitual entre ellos y por último una sonrisa que expresaba nerviosismo pero comodidad por su toque en su barbilla. Levantó lentamente su mirada hasta llegar a aquellos orbes grises que le miraban fijamente aún sin entender que estaba pasando. Sin apartar la vista del pálido hombre, acercó su mano libre a la cintura de este para acortar más aún la poca distancia que tenían. "¿Me dejas besarte?" Pronunció el moreno con un susurro sobre los belfos contrarios sintiendo este la cálida respiración que este emanaba. El más alto cerró sus ojos lentamente para cumplir al fin con la propuesta de su superior y dándole ese ansiado beso que tanto tiempo llevaban esperando ambos y que ninguno se había atrevido a hacer antes. Rozaban sus labios con miedo a como reaccionaria el otro. El americano tomó la iniciativa comenzando a dar pequeños besos sobre los labios del contrario aferrando ahora con ambas manos las caderas del peligris. El mencionado tampoco se quedó atrás subiendo sus manos a la nuca del más bajo para profundizar más el beso. Sus labios se tocaban con desespero y pasión como si ambos encajase perfectamente con los del contrario.

El superintendente empujó hacia atrás a su comisario para que, al tocar el escritorio se subiese a este. Este, no tardó en entender lo que el contrario quería por lo que se separó del beso para acomodarse en este dejándole unas hermosas vistas al moreno de su comisario, ahora con la respiración entre cortada y con sus finos labios rosados ahora color rojizo. Sus ojos estaban entrecerrados intentando controlar su respiración y sus orejas de un tono carmín. "Joder... Eres hermoso..." Dijo antes de colocarse entre las piernas del ruso para volver besarle, esta vez con ternura y cariño. Acariciaba sus piernas con excesiva delicadeza como si de porcelana se tratase, deseando quitar sus prendas bajas para poder apreciar con detalle aquellas caderas con las que se continuaba el comisario frente a él, en comisaría. Las manos del pálido hombre descendieron a la camisa de su superior desabrochandola aún a ciegas por el beso y con cierto desespero dejándole con el torso casi desnudo, solo con una corbata negra en su cuello, cubriendo levemente este.

Esa acción no paso desapercibida por el mayor quien soltó una risilla, que fue ahogada por los sonidos obscenos que hacían sus lenguas al jugar entre sí provocando que, algunos hilos de saliva cayesen por la comisura de sus labios hinchados y rojizos. El americano subió sus manos lentamente, adentrándose bajo la camisa color vino del ruso quien jadeaba al sentir el contraste de temperatura entre las manos de su jefe y su piel blanquecina. Siguió su recorrido por todo su torso acariciando cada parte de este, delineando cada silueta que contorneaba sus músculos. Despojó al contrario de aquella molesta prenda para poder admirar de mejor forma a su comisario completamente a su merced, retirándose lo suficiente para poder ver completamente aquella obra de arte que solo él tenía el placer de tener. Aquel hombre sobre el escritorio le miraba ahora con los ojos cristalizados y su respiración entrecortada. Sus grandes manos temblaban sobre el escritorio y algunas gotas de sudor y saliva hacían brillar parte de su pecho y labios. Su vista bajo de nuevo a su abdomen hasta llegar a sus muslos donde, entre ellos, se podía destacar un pequeño bulto que al parecer requería su atención. "Quieres que te ayude con eso, princesa?" El superintendente sabía perfectamente que se negaría ya que al ruso le gustaba mantener alto su orgullo, así que, decidió insistir como mejor sabía. "Creo que vas a necesitar ayuda y yo podría dártela con gusto si me lo pidieses..." Joder, no todos los días él tío más temido de toda la ciudad te pide que le dejes hacerte una paja. Ante el silencio del peligris volvió a retomar la distancia tan íntima que habían comprado hasta hace pocos minutos para después, colocar una mano en aquel bulto y gozarlo suavemente.

Volkway, Volkacio, Gustacio Y Más! ~One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora