Capítulo 2

2.8K 159 6
                                    

— ¿Segura que estas bien?. 

— Sí. —Él me ayudó a ponerme de pie— Sólo fue un tropezón, estoy bien.

— Te has caído como si fueras una bola de boliche. ¿Segura no quieres ir al hospital o algo de medicamento para el dolor?. —Sugirió preocupado por lo que le negué con mala gana. Pero no por lo de las sugerencias, sino por el comentario de que comparara mi peso con una bola de boliche.

— Estoy perfecta. —Resoplé la oración al retomar mi paso, pero a los segundos me sorprendí ver que él estaba caminando a mi lado.

— Oye, yo en verdad lo siento mucho.

— Que he dicho que estoy bien. —Mascullé y caminé más adelante de él.

— Si, pero no sabes lo avergonzado que estoy por esto. —Me alcanzó y me quejé en silencio al saber que él no dejaría las cosas ahí— Me siento endeudado contigo. —Dijo y giré mi cabeza para mirarlo con recelo— Ya que no quieres ir a algún hospital, ¿Puede que un helado ayude a olvidar lo tonto que estoy siendo ahora?.

Dudaba que el impactó llegará a dañar mis oídos, porque lo que acabé de escuchar fue más un susurro que la voz firme que comenzaba a gustarme. Y eso, esa afirmación de que me gusta su voz grave, llegó a ruborizar mis mejillas a tal punto que desviaba la cara para que no me viera. Pero fallé y apreté mis labios cómo si de un limón acabase de chupar.

— ¿Por qué esa expresión?, ¿Acaso dije algo malo?. —Preguntó y yo me limité a caminar de nuevo, en silencio y a paso militar— ¿Eso es un no?. Oye, ¡Oye!.

Retiro que lo dije que era un ángel o un Dios, o sea lo que sea que haya dicho ayer cuando choqué con él. Porque lo único que diré de ahora en adelante es: ¡ÉL-ES-UNA-JODIDA-DULZURA!. Lo digo porque cuando me confíe en dejarlo atrás por definitiva, por miedo de estar siendo como "Acosada" y por miedo de que esto sea un mal sueño, sus delgadas y casi pálidas manos agarraron una de las mías sin permiso alguno. Y re-que-te-juro que su tacto quemó mi piel a los segundos. Pero lo extraño ante eso fue sentir una rara conexión familiar, un tacto tan tosco y tímido como el de un viejo amigo.

— Hey, eso duele. —Jalé mi mano hacía mí y él me la soltó inmediato gracias al malestar que expresaba.

— Lo siento. —Balbuceó apenado mientras pasaba una de sus manos hacía su nuca— Soy algo impulsivo... y tosco.

— Se nota. —Él suspiró y me tomó devuelta mi mano, pero esta vez con algo de cuidado y cariño.

— Lo diré bien esta vez. —Me miró directo a los ojos y fruncí la frente como una vieja— ¿Quiere ir usted con este desconocido a por unos helados?. Yo pagaré todo, no miento y no quiero un no como respuesta.

— Hasta eres insistente.

— ¡Por favor!, ¡POR FAVOR!. —Chilló y me reí como la tonta que era, porque me acabó de convencer con sus saltitos de niño.

— Es bien, pero... ¡Hey!, ¡Oye, no corras y no me arrastres!.

El chico era una dulzura, una cómo el pan y la mermelada juntas. Y admito que eso me estaba comenzado a endulzar como el azúcar y... ¡Ah!. No sé qué me pasa. Bueno, si lo sé. Pero no puedo entender aún del como dejé que la situación se saliera un poco de mis manos. Yo debería estar ya en casa, esperando una llamada de mi madre o de mi hermana y no debería estar con un chico que ni siquiera conozco en el Frosted Blue. ¡Pero santos cielos!, ¿Que se supone que le deba decir para irme ya a casa sin ser maleducada?. Esto no es sencillo, el tener a un chico realmente lindo y simpático frente mío. Esto me ponía tonta, pero más nerviosa, y eso odio de mí. Odio bajar la cabeza cada vez que un chico lindo me habla o me invita algo. Lo odio, lo odio, lo odio.

My Rap Monster (ERASER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora