Capítulo 5

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La gente camina de un lado a otro, unos nos miraban muy raros y otras personas nos miraban con expectación y curiosidad cuando le preguntábamos si habían visto a una jovencita con ciertos rasgos que traté más o menos de explicar. Ya que, como es obvio, no he visto a ni hermana desde casi siete años, y las personas a quiénes intentaba describirle a la inquieta joven, se confundían mucho y negaban a la vez que respondían con la típica respuestas de:

— No, no he visto a nadie.

Naye, quién aún no daba señales de vida o alzaba la mano cuando comenzaba a gritar su nombre en pleno aeropuerto, me estaba poniendo los nervios de punta. Cada lado que miraba o cada lugar que parábamos para preguntar si la habían visto, por lo menos una sola vez en sus miserables vidas, comenzaba también a ponerme algo inquieta e histérica. En sí, lucia como una madre que acabó de perder a su hijo en plena multitud. Solo que en mi caso no estoy llorando ni llamando a la fuerza armada para que busquen al pequeño diablo que no sé si está respirando o no.

— Ella dijo que me esperaría aquí, justo en este jodido quiosco. No pudo mentirme, porque le teme estar en lugares que desconoce. Además, Filadelfia no es una ciudad tan segura que digamos y perderse ya son casos típicos en esta ciudad. ¿Lo sabes, verdad?. —Le pregunté y él asintió a pesar de que no me puso atención ni en la primera palabra, porque estaba buscando por encima de la gente a mi hermana. Preguntando, por las mismas, a una que otra persona, si habían visto antes a una jovencita sentada en el banco en donde nosotros ahora mismo estábamos parado.

— No, no he visto a nadie. —Volvieron a decir, pero esta vez fue un oficial. Suspiré desganada y me senté en el banco para tirar de mi cabello gracias a la frustración que crecía dentro de mi cabeza— ¿Ya intentó llamarla señorita?.

— ¿Llamarla?.

—Llamarla. —Afrimó y salté del banco como si con un alfiler me hubieran pinchado el trasero.

—¡Eso!, llámala. —Exaltó Kim y miré a ambos antes de buscar el móvil al fondo de mi maleta.

Cuando saqué el aparato y marqué el número de Naye, esperé hasta que el tercer tono se descolgara. Kim y el oficial, quien nos dio la idea de llamarla, se sobresaltaron cuando yo pegué el grito de mi vida.

Cálmate, ¿Quieres?. Estoy a dos cuadras del aeropuerto.

¿Que estas, donde?.

Ya a cuadra y media del aeropuerto. —Volvió a decir y maldije entre dientes— Hey, te escuché.

— Naye, no empieces, y hazme el favor de no moverte de donde estas. ¿De acuerdo?.

Pero...

— ¡Mierda, que no te muevas de tu maldito lugar!. ¿Qué parte no entendiste, ah?.

Ya, ya, no te enojes. Estoy quieta. —Balbuceó y colgué el móvil antes de que estallara a gritos de nuevo.

— ¿La encontraste?.

— Sí.

— Bueno, gracias por su ayuda oficial. —Kim se inclinó y el oficial sonrió divertido por lo que hizo el chico. Yo solo agité la mano, en señal de despedida, después de que Kim se volviera a verme y señalar la salida— ¿Nos vamos?.

Caminamos casi por diez minutos, de un lado a otro, en busca de una chica que ni reconocí en el momento en el que por casi me tumbó al suelo gracias a un repentino abrazo. No dejaba, en el momento que me quedé en estado de shock, de obsérvala de cabeza a pie. Por lo que juro, que no puede evitar las lágrimas y de sonreír como una tonta al tenerla cara a cara. Naye, desde mi punto de vista, era otra persona. Una chica más pálida, más delgada y con un rostro de una niña que no mataría ni una mosca. Era más segura de sí misma y hablaba con su lindo satoori digno de Ilsan, y no paraba de hablar, en vez en cuando, en japonés. Ya que, según sus estudios requerían, y lo que exactamente me trato de decir, debía aprender el japonés al revés y al derecho. Y ahora que estaba en EE.UU no dejaría atrás la oportunidad de ir mejorando su inglés e ir practicando su español y francés.

My Rap Monster (ERASER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora