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(El video es un loop de 1h de la misma canción, para que se pudiera escuchar durante todo el capítulo, así que se repetirá varias veces hasta que terminéis la lectura)


Las luces de neón y las luces estroboscópicas mareaban y desubicaban a Conway, por no hablar de la mezcla de aromas que había en aquel lugar. Entre toda aquella jauría de gente, pudo ver cosas que hacían que un escalofrío le recorriera de pies a cabeza. Algunos alfas estaban marcando a omegas, otros se peleaban a muerte, algunas otras personas se dedicaban a destripar a algún pobre descarriado, y tampoco faltaban los que practicaban sexo en aquel lugar sin ningún tipo de pudor.

—Horacio, no te separes— gritó Volkov por encima de la música al ver todo aquello.

Se adentraron en la multitud, tratando de buscar una cabellera rubia, aunque no era fácil. Las personas de su alrededor se les acercaban al captar los nuevos aromas.

Horacio sintió miedo al ver a un enorme alfa caminar hacia él, pues pudo distinguir sus colmillos afilados, así como sus intenciones. Le soltó un buen golpe en cuanto trató de agarrarlo, pero aquello no detuvo al alfa, hasta que Volkov lo agarró con fuerza y tiró al suelo, gruñendo en el proceso para dejarle claro que no se acercara a aquel omega. Conway apartaba molesto a las personas que trataban de seducirle, preocupándose cada vez más por la situación de Gustabo, hasta que consiguió dar con él.

—Pero qué...— murmuró.

Gustabo estaba sentado en una mesa con el torso desnudo justo en frente de él, a escasos metros, mientras que tres personas estaban a su alrededor, repartiendo besos por todo su cuerpo, al igual que le prestaban atención a la zona más sensible de su cuello, y Gustabo parecía disfrutarlo. Conway entró en pánico al ver cómo uno de ellos sacaba sus colmillos, listo para morderle, entonces echó a correr empujando a la gente hasta llegar a él.

Agarró a aquel alfa por los hombros y le empujó, tirándole al suelo, y lo mismo hizo con los otros dos.

—¿¡Pero qué coño estás haciendo!?— le gritó enfurecido–¿¡Ibas a dejar que te marcara!?

Sin embargo Gustabo no le respondió. En su lugar, sonrió coqueto y abrió las piernas para que el alfa se acercara más a él. Le agarró de la nuca y acercó sus rostros, terminando en un apasionado beso por parte del omega. Conway estaba enfurecido, pero también confuso. Trató de separarse pero el rubio no le dejó. El beso de pronto comenzó a encender al pelinegro, quien notaba sus instintos aflorar.

"Pero qué cojones está pasando", pensó al ver cómo se dejaba llevar.

Se separó de Gustabo y pudo ver lo dilatadas que estaban sus pupilas. Entonces recordó el polvo que aquel hombre les había echado en la cara.

"Polvo de ángel", pero ya no podía hacer nada, la droga empezaba a hacer efecto en él.

Al mismo tiempo, Horacio, que se había quedado atrás, vio al alfa junto a su hermano, por lo que una inmensa alegría le inundó. Por fin estaban juntos de nuevo.

—¡Gustabo!— gritó mientras echaba a andar hacia él, pero un fuerte agarre lo detuvo. Se giró de inmediato ante el doloroso tacto, encontrándose con Volkov— ¿Qué haces?

Le miraba con el ceño fruncido, sin entender por qué le estaba agarrando así de fuerte, hasta que vio cómo se acercaba a él lentamente, intimidándolo en cierta manera. Horacio observó sus pupilas totalmente dilatadas y abrió mucho los ojos al darse cuenta de lo que pasaba.

—¿Volkov?— preguntó inseguro.

Su corazón empezó a latir con fuerza en el momento en el que el alfa estuvo a escasos centímetros suyo, y un extraño calor comenzó a consumirle. Al principio sintió un ligero mareo al notar cómo sus instintos se agudizaban, y recordó lo que Conway le había explicado sobre aquel tatuaje que llevaban los de la pandilla.

—Oh no— murmuró, llevándose una mano a la cabeza para tratar de disminuír los síntomas que se empezaban a presentar.

La música de repente se había distorsionado para el omega, y todo parecía ir a cámara lenta, a medida que su cuerpo pedía expulsar feromonas para llamar la atención de algún alfa, aunque ya lo había hecho. Volkov en aquel momento había dejado de lado los otros aromas que se percibían en el lugar, para centrarse en su totalidad en aquel dulce algodón de azucar que le hacía la boca agua. Llevó su mano al rostro del omega y lo atrajo más hacia él, notando cómo sus narices se rozaban muy suavemente. Cerró los ojos e inspiró profundamente aquel aroma que casi podía saborear.

Horacio, que llegados a aquel punto la droga ya había hecho efecto, entreabrió la boca desesperado, tratando de rozar los labios del mayor, gimoteando por tal tentación. Entonces Volkov abrió los ojos, encontrándose con los suplicantes orbes del de cresta, y sin darle más vueltas acortó las distancias, dándole tanto al omega como a su alfa lo que querían.

Sin embargo, los efectos del Polvo de ángel no permitían que aquello fuera suave, ni mucho menos romántico, sino que era un beso algo agresivo por la necesidad.

—Я хочу, чтобы ты был моим— murmuró el ruso cortando el beso, pero aún sobre los labios del menor, quien, a pesar de no haber entendido nada de lo que había dicho, rodeó su cuello con los brazos y volvió a besarle como si de respirar se tratara.

El ex-comisario empezó a caminar sin apartar sus manos del cuerpo de Horacio, dirigiéndoles hacia una de las paredes en las que había menos gente, hasta que el cuerpo del omega estuvo pegado a esta. En el beso se podía escuchar el choque de colmillos, un sonido que, de no ser por aquella droga, les habría alertado.

Entonces Volkov se separó del menor y, con demasiada facilidad, le dio la vuelta. Horacio sentía el frío de la pared en su mejilla en contraste con el calor que sentía, pero aquello le hizo jadear, sobre todo cuando notó la mano del alfa agarrar con fuerza los cabellos de su despeinada cresta, y, con este gesto, dejar al descubierto su cuello. El omega pegó su cuerpo al del ruso, desesperado, hasta que notó la respiración de este en su cuello, comenzando a besar y lamer la zona de la marca.

No muy lejos de ellos, Gustabo disfrutaba del agresivo beso de Conway, quien, de vez en cuando, mordía con fuerza los labios del menor en un intento por controlarse, causándole alguna que otra herida, aunque a Gustabo no le importaba. El mayor se separó al notar un invasivo aroma cerca de ellos. Otro alfa se les había acercado en busca de unirse a la fiesta, por lo que Conway le agarró y le soltó un puñetazo que le dejó en el suelo. Sin querer perder más tiempo, volvió a girarse hacia Gustabo para continuar el beso que tanto estaba necesitando en aquellos momentos, pero, en su lugar, su ira aumentó al ver a otro hombre que besaba su cuello. Soltó un fuerte gruñido que hizo temblar a Gustabo, y se dispuso a atacar al otro alfa, quien parecía querer contraatacar. El omega veía la escena mientras se mordía el labio, notando la sangre en él por las heridas. Dentro de su estado de completo éxtasis, disfrutaba ver a aquellos alfas peleándose por él, sobre todo a Conway, haciendo que deseara gemir de placer con solo ver esa imagen.

En cuanto el otro alfa se rindió al ver que no tenía nada que hacer contra Conway, este volvió a su misión principal, Gustabo, quien le agarró de la camisa y le atrajo hacia él para continuar el beso, aunque esta vez, la nublada mente del alfa hizo que se desviara. Sus besos se dirigieron al cuello del menor, quien movió un poco la cabeza para dejarle más espacio en su tarea.

—Jack— jadeó. El mayor prestó atención, aún sin dejar de hacer lo que estaba haciendo— Márcame.

Esta vez el que quería gemir de placer era el propio Conway ante aquella petición. De no ser por aquella droga, se había negado rotundamente, no porque no quisiera, sino porque era algo precipitado, además del estado en el que estaba el omega, pero, con el Polvo de ángel que le habían dado, aquella marca era lo único que quería en aquellos momentos.

Gustabo notó los afilados colmillos del alfa rozar la piel de su cuello, excitándole aún más en el proceso. Con la vista nublada por el placer, pudo ver que la gente se movía más de lo habitual en aquel lugar, pero no le dio importancia, y menos cuando notó el aliento de Conway en la zona de la marca, listo para morder. Llevó una de sus manos a la nuca del mayor, entrelazando sus dedos con su cabello y acercándole más a la parte más sensible, deseoso por notar sus dientes clavarse.

Sin embargo, un estruendo sonó en aquel lugar, aunque la pareja estaba demasiado distraída como para darse cuenta, hasta que notaron un gas que empezaba a aparecer. Entonces Gustabo notó el peso del alfa en su totalidad sobre él, justo antes de que aquel gas le hiciera cerrar los ojos a él también, cayendo en un profundo sueño.

𝑲𝒊𝒍𝒍 𝑻𝒉𝒆𝒎  |Intenabo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora