Me desperté en un callejón iluminado con una tenue luz proveniente de la calle a la que este daba. Lo primero que recuerdo es no recordar nada. No sabía por qué estaba allí. No sabía ni quién era yo. Me sentía desorientado, pero a pesar de no tener memoria era capaz de darme cuenta de que algo faltaba, lo cuál no hacía más que desconcertarme. Lo primero que hice fue observar mi entorno. Como dije antes, un callejón oscuro. Miré arriba; un cielo negro. Qué extraño, pensé. Recuerdo lo que son las cosas y cómo deben ser, pero no recuerdo quién soy ni cómo he llegado aquí. Sin embargo, algo dentro de mí me dice que me calme y que me centre primero en sobrevivir, si es que la situación es hostil. A pesar de no poder recordar cómo fuere, sí podía decir que era una persona calmada, porque dejé de lado en seguida las supuestas lagunas y empecé a valorar opciones.
Primero: No sabía ni mi altura ni mi aspecto físico, pero llevaba un reloj digital que marcaba las 02:37 a.m. del 12/06/4027 A.T (que por alguna extraña razón, recordaba que significaba Año de la Tierra), y una cartera con algún tipo de moneda que desconocía.
Segundo: Si desconocía la moneda, no podía apoyarme en mis conocimientos para sobrevivir. Estaba en terreno desconocido.
Tercero: Necesitaba recordar quién era. Para eso lo último que quería era llamar la atención. Debía buscar la manera de acceder a algún registro civil para ver si es que yo existía allí. Después... no sabría qué hacer.
Con esto en mente, salí del callejón para encontrarme en una larga calle iluminada de edificios de dos plantas con aspecto deteriorado, casi de suburbios. Al final, una masa de rascacielos enormes iluminaba el cielo, a pesar de la hora.
Debía ser el centro de la ciudad, y el lugar con mejor tecnología y registros, con lo que seguí la calle en esa dirección.
No había ni un alma en la calle, pero vehículos de flotación aparcados, por lo que la tecnología debería estar normalizada a pesar del aparente estado de riqueza, que brillaba por su ausencia en esa parte de la ciudad.
Aprovechando los retrovisores de los coches me paré a apreciar mi aspecto físico: aparentaba unos veintitantos, con ojos violeta brillantes y el pelo un poco largo de color rubio oscuro.
Mi aspecto me resultaba realmente extraño, y no me inspiraba la extraña familiaridad que mi entorno hacía.
Al cabo de un rato vi a un vehículo acerándose. Cuando estuvo más cerca pude identificarlo como un vehículo policial, o militar. No estaba seguro del todo. Parecía una mezcla de ambos. Se paró a mi lado y dos personas, un hombre y una mujer con uniforme policial (¿o era militar?) se bajaron del vehículo.
– Ha roto el toque de queda. Papeles, por favor –me dijo la mujer,
– Mire, es que...
– Los papeles ahora, ciudadano. –inquirió el hombre. No respondí. –Entonces me temo que va a tener que acompañarnos.
Tan pronto como lo dijo me esposaron y me subieron al vehículo. Fuera como fuera el sistema de gobierno, no quería liarla tan pronto, así que no opuse resistencia, pero tampoco les dije la verdad. No me creerían; a fin de cuentas mi historia era de lo más bizarra.
Acabamos llegando a una especie de complejo policial/militar. Los edificios alrededor se veían un tanto más altos y lujosos, pero aún bastante poco urbanizado. Abrieron las puertas del hangar del complejo para dejar al vehículo entrar. El hangar no era muy grande, pero pude apreciar varios vehículos de Type-nC (o de ruedas) y un par de Type-nF (o de flotación) a parte de en el que venía. También había algunas cajas que supuse que contendrían munición y armas y vi unos tanques de combustible en un rincón. Por lo demás no parecía más que un barracón normal no demasiado importante. Antes de bajar del vehículo me sedaron y no pude ver adónde me llevaron.
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Crónicas de un mundo sin Orden
Science FictionNo es una obra completa, sino los primeros capítulos de una obra más larga en la que estoy trabajando. Todo lo publicado es susceptible a cualquier cambio a lo largo del tiempo. Ambientado en un mundo futurista y casi distópico, donde un Imperio a e...