Capítulo 8

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De nuevo pasé todo el camino mirando el rastreador. Le daba vueltas y vueltas sin encontrar solución alguna al problema. De hecho, era muy posible que ya hubieran mandado soldados en mi dirección, pensando que había huido totalmente de la ciudad y que no tenía intención de volver.

Había algo que no me terminaba de cuadrar en todo y es que el rastreador tan sólo parecía tener la propiedad de que estaba ligado a Magnus, por tanto él podía saber dónde estaba, pero estaba seguro de que si sus poderes o su tecnología le permitían hacer eso, podría perfectamente haber hecho que el rastreador enviara más información; información audiovisual, por ejemplo, aunque no podía estar seguro de si ese era realmente el caso.

¿Qué le habría llevado a no hacerlo? ¿Tal vez sospechaba que yo tenía algún poder y que lo descubriría, o simplemente era que yo me equivocaba y no poseía la capacidad para hacerlo?

Me decantaba más por la segunda, ya que la forma en que desapareció era realmente sospechosa. No podía pensar una forma de usar poderes como los míos que le permitiera hacer aquello. Además después no pude detectar de qué tipo de energía era la del rastro que dejó (o tal vez no pude porque no tuve tiempo de intentarlo.

Lo siguiente que me tenía pensando era el hecho de que pudo detectar lo que Sadhana había usado para subir, pero no mencionó nada de mi. "Si no pudo detectar los míos ni yo los de él, eso debe significar que existen poderes diferentes, si ya lo de Sadhana no lo demostraba. Tal vez sus poderes sean del mismo tipo que los de Sadhana, por eso la detectó a ella"

Eso entraba en discordancia con el hecho de que invoqué una espada igual. Y con ella, el tiempo a mi alrededor se detuvo. "Parar el tiempo... la espada tenía el poder de parar el tiempo a mi alrededor, excepto lo que yo quería que funcionara. ¿Será ese el poder de Magnus? ¿Será la espada la fuente de su poder? ¿Y por qué yo fui capaz de llamarla, o fue él quien me la dio? Nada tiene sentido."

Finalmente, y tras un largo camino, llegamos al lugar en plena tarde. A simple vista, el lugar no tenía nada de especial, y no entendía qué es lo que quería enseñarme.

Sólo lo vi cuando la mujer me lo señaló; era una ruina, pequeña, cubierta por la vegetación leve que se extendía por toda la zona de campo que habíamos atravesado. El edificio parecía hecho de piedra, lo cual se me hacía raro debido a que los edificios de la ciudad estaban hechos de hormigón y metal.


Los únicos seres vivos que había visto eran esas bestias y el galcero. No había otros animales. "Los habrán eliminado esas criaturas, ¿o habrán sido los humanos los que han provocado su desaparición? Quizá simplemente esta zona está poco poblada en general, o que hemos tenido mala suerte".

La mujer entró a las ruinas, y yo por supuesto la seguí. El interior, cubierto por el polvo de quién sabe cuántos años, tal vez décadas o siglos, o incluso más, no era muy grande. Había un altar en el fondo, con una figura humanoide situada en la pared tras éste.

Las ruinas debían ser algún lugar de culto a alguna deidad antigua. No entendía qué tenía ese lugar de importante, pero sí que estaba algo impresionado por haber encontrado algo de esa índole en un mundo del que sólo conocía una metrópoli distópica y un páramo casi desértico.

Fue entonces cuando la mujer se agachó, y quitó el polvo del suelo con un gesto. Escuché un pequeño susurro. Una gran cantidad de polvo se apartó, a pesar de que no había visto que lo tocara. De hecho, su mano estaba completamente limpia.

En el suelo había una inscripción redonda, de unos tres metros de diámetro, grabada en el suelo. Había cuatro pequeñas muescas en el suelo, y junto a ellas cuatro símbolos. A simple vista, los símbolos representaban una llama, un relámpago, un engranaje y un sol. La mujer se levantó.

Crónicas de un mundo sin OrdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora