Soñé que me levantaba de mi cuerpo. Me vi a mi mismo yacente en un suelo encharcado de sangre y agua. Al cabo de un rato escuché unas voces de acercarse; eran Sadhana y el sargento de nuevo:
—Está tardando mucho. ¿Qué estará haciendo? —dijo la voz de Sadhana.
—No lo sé. Quédese aquí, capitán. Es el vestuario de los hombres, entraré yo —dijo el sargento.
El sargento vio mi cuerpo y ahogó un grito.
—¡Capitán! ¡Llame a un médico y venga aquí inmediatamente! Ayúdeme con esto!
—¿Qué es lo que está pasando, sargento...? ¡Santo Heliceo! ¡Que venga un médico! ¿¡Qué demonios ha ocurrido aquí!?
—¡Ni idea! Ya estaba así cuando llegué. Ayúdame a levantarlo. ¡Mira! No está herido, pero está inconsciente llevémoslo a la enfermería...
En ese momento sentí cómo volvía a mi cuerpo y dejé de sentir nada. Me desperté en una camilla con una vía puesta y Sadhana y el sargento a mi lado. Por lo demás, la enfermería estaba vacía.
—¡Despertaste! —dijo Sadhana. —
—¿Qué ocurrió en la ducha, soldado? El médico que te atendió dijo que te habías desmayado por falta de sangre y por agotamiento, pero no tenías ninguna herida. ¿Cómo has...? —dijo el sargento
—¿Puedo saber su nombre, sargento? —dije aún aturdido.
—Sí. Mi nombre es Royce, Adam Royce.
—Gracias, sargento Royce. ¿Puede dejarnos a Sadhana y a mí a solas, por favor? —pedí a Royce, el cual me miró extrañado y escéptico. Sadhana le hizo un gesto para que se marchara.
—Como ordene, capitán —y Royce se marchó de la enfermería, no sin antes mirar atrás una última vez.
—Ha sido lo mismo que hice en la sala de tortura —dije, en voz baja. —Intenté repetirlo. Intenté concentrarme en lo que hice, recordarlo... pero esta vez sólo me dañó a mí. Sigo sin saber cómo hacerlo...
—Hum... tal vez sea que no tenías un motivo real para hacerlo, y por eso te dañó. Un poder como acto reflejo... —dijo Sadhana pensativa.
—O que simplemente no lo domino y lo que hice en la silla fue pura suerte —dije con un poco de desesperanza.
—¡No digas eso! —dijo ella, dándome una palmada en el hombro para animarme. Sentí un escalofrío: la sensación del contacto físico me perturbaba. — Seguro que descubriremos cómo lo haces pronto, tú no te preocupes.
Me acababa de conocer, y aun así mostraba simpatía por mi. Aunque se me hacía raro, era la segunda vez que lo sentía. La segunda vez que sentía que tenía un aliado, un amigo. Es uno de los motivos por los que tal vez decidiera aliarme con ellos: un amigo en un mundo desconocido.
—Eso por un lado, pero... ¿por qué no había herida? ¿No te habías dañado con... lo que quiera que fuera eso?
—Sí pero... cuando quise que la herida se curara, cuando me centré en la idea de curarme... simplemente lo hizo. Me desmayé poco después. Sigo sin saber cómo...-
—¿¡Puedes curarte!? ¡Eres una verdadera caja de sorpresas! —me interrumpió Sadhana, levantando un poco el tono de voz. Por suerte nadie le prestaba atención, tal vez porque ya solía decir cosas fuera de lo normal, o simplemente porque estaban ocupados en sus propios asuntos.
—Shh. No lo digas tan alto, que nos oirán. No quiero que todo el mundo sepa que puedo curarme al instante... ¿Puedo curarme al instante?. Ni siquiera sé como lo he hech-
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Crónicas de un mundo sin Orden
Science FictionNo es una obra completa, sino los primeros capítulos de una obra más larga en la que estoy trabajando. Todo lo publicado es susceptible a cualquier cambio a lo largo del tiempo. Ambientado en un mundo futurista y casi distópico, donde un Imperio a e...