Lance un alarido de horror al ver esto.
—Uno no puede escapar de su destino, Zoe. Y este es el tuyo.
Decía mi reflejo con una voz cantarina que me dio escalofríos. Alargo su mano hacia mí, como entregándome la cabeza. Y volví a partir en llanto mientras gritaba que no, tome un libro que había en la estantería alado de mi cama y con toda mi fuerza se lo arroje al espejo. Este exploto en miles de pedazos que quedaron esparcidos por todo el suelo. Todo quedó en silencio, como si se hubiera parado el tiempo. Alcé la vista del suelo y pude contemplar con horror que en todas las paredes de mi habitación estaba escrito con sangre la palabra "mounstro".
Ya no tenía lágrimas de tanto llorar, vi mis manos llenas de sangre y un machete a mi lado. No. Comencé a gritar pero mis cuerdas vocales fallaron y solo salió un quejido extraño. —No— volví a repetir en un susurro apoyando mi espalda en la pared dejándome caer. Puse mi cabeza entre mis piernas y volví a largarme a llorar —No. No. No—seguía repitiendo.