Cuando ella murió todo quedo en silencio, pero de golpe las velas se encendieron y pude ver con horror al rostro de la niña sin labios ni ojos que me sonreía con sus dientes cubiertos de sangre. Ella estira su mano para atraparme y hacerme lo mismo que le hicieron.
Todo se empieza a llenar de susurros de nuevo, las criaturas de la oscuridad empezaron a rodearme evitando que ella me tocase.
La sonrisa de la niña se ensancho y se quitó un lazo rojo del cabello y lo dejo en mis manos, deseando suerte. Ella se dio cuenta que estoy jugando al mismo juego que ella perdió hace años y ha decidido ayudarme. Lo guarde en el mismo bolsillo donde me encontré las velas y baje a la cocina, como decían las reglas del juego.
Abrir el canon de cubiertos y empecé a ver los cuchillos, tome el mas filoso y me dirigí al ático de la casa, siguiendo el mapa mental que me había dado Roma de su casa.
Baje la escalera eh intente abrir la puerta, pero la manija con la que se abre estaba ardiendo al rojo vivo. Golpee tres veces la puerta. Espere. Luego de unos segundos sentí un gruñido parecido al que hace alguien que habla con la boca llena, entre.
La habitación estaba en penumbras y no había nada excepto una silla y una mesa enfrente de mí, sobre esta había un mantel blanco que parecía de seda y un plato de porcelana.
Me senté educadamente en la silla, con la mirada baja, ya que las reglas decían que no podía ver a mi acompañante. Este despedía un hedor a carne descompuesta tan nauseabundo que me costó demasiado evitar hacer una mueca de asco. Espere a que deje de comer y me sobresalte al escuchar que había arrojado su plato al suelo. Todo permaneció en silencio hasta que una vos espeluznante me dijo en un susurro;
—Más.—y acerco mi plato más a mí.
Saque el cuchillo y espere a que siguiera hablando—Dedo —continuo él. Acerque el cuchillo a mi mano, cerré los ojos y lo empuje contra mi dedo meñique, lance un grito de dolor al ver mi sangre brotando y mi dedo sobre el plato. Escuche como mi acompañante reía y luego comía mi meñique.
—Oreja— dijo mientras me pasaba de nuevo el plato. Volví a cerrar los ojos y tome aire. Rápidamente corte mi oreja derecha emitiendo otro grito de dolor y se lo entregue.
Luego me pidió mi nariz y mi muñeca, yo se las entregue.
Me devolvió el plato vacío y lo siguiente que dijo fue:
—Corazón.
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No a los lectores fantasma(?
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