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Cerre la puerta de la heladera y me voltee lentamente. Delante de mí me encontraba yo. Era el reflejo que hace un día estaba en el espejo solo que esta vez no era un reflejo, estaba ahí parado enfrente de mí.

—Miren quien volvió retorciéndose.

— ¿Cómo crees que van a perdonarte luego de desaparecer así?

—Tu madre casi entra en una crisis nerviosa por tu culpa.

—Solo le haces daño a los que te rodean.

— ¿Sabes lo que eres?

—Un mounstro.

—Eso eres.

— ¡Cállate! ¡Tú no eres real! ¡Y yo no soy un mounstro! —comencé a gritar ya con lágrimas en mis ojos.

¿Y porque no me cayas tú? Solo un golpe seco, bueno quizás dos. Todos tus problemas se acabarían. —Dijo y en mi mano apareció el machete.

¡Vamos! ¡Ya hazlo! ¿O es que la bebe no tiene agallas?

Afirme el machete sosteniéndolo con las dos manos, pensando si debería hacerlo, mis manos temblaban y estaba sudando. Mis piernas comenzaron a temblar en el momento que levante el machete, nunca había matado a nadie, claro a excepción de cuando invoque al ojo de la sangre. Levanté la vista y pude ver la sonrisa retorcida de mi otra yo. No lo dejaría pasar, esto se acabaría aquí y ahora.

Cerré mis ojos y respire profundo, puse el machete en su cuello y me prepare para matarlo pero mis manos fallaron por lo que no hice con mucha fuerza. Esperaba oír las burlas de mi reflejo pero me sorprendí al ver que había separando la cabeza de su cuerpo, deduje que era por el poder que me dio el ojo. En el momento en que la cabeza cayó al suelo una macabra risa se escuchó por toda la casa.

Zoe, Zoe, Zoe ¿Cuándo aprenderás? Yo misma te lo he dicho, nadie escapa a su destino.

— ¿Pretendías librarte de mí tan fácil? Me asombra lo insulsa que puedes llegar a ser.

Me gire rápidamente y vi que detrás mío se encontraba mi reflejo sonriendo, voltee a ver lo que se supone que era el cuerpo de mi reflejo confundida.

Sentí como el tiempo se detenía. El machete cayó al suelo al tiempo en que yo lanzaba un grito ahogado, me arroje al suelo y comencé llorar sobre el cuerpo lleno de sangre de mi madre.

Entre risas psicópatas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora