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Quede en shock y alce mi mirada hacia Roma, que estiraba el gorro hacia mí sonriendo. Metí la mano para tomar un papel, pero me sorprendió que solo hubiera uno. Lo tome y se lo extendí a Roma, la cual leyó;

—¡Señoras y señores a Zoe le toca invocar a El ojo de la Sangre!—dijo con la misma voz que cuando presento a Fiamma.

Roma comenzó a explicarme la invocación. Debía hacerse con toda la casa vacía, así que todos decidieron salir a la calle ¿Se imaginan a más de 20 personas alcoholizadas tiradas en la calle posiblemente hablando incoherencias? Pues yo tampoco, y no podía comprobarlo ya que estaba sentada en una mesa, viendo a la imagen de un punto rojo, el ojo de la sangre, como lo había nombrado Roma, en el computador. ¿De dónde sacaba estas fotos? ¿Y si lo hizo con paint y todo esto es una broma? Es un jodido punto rojo con fondo negro, cualquiera podría hacerlo. Aleje todos los pensamientos de mi mente y me limite a seguir las reglas de la invocación.

Comencé a contar hasta diez viendo la imagen del ojo. Cuando termine de decir diez, espere, debía esperar a que dijera si era digna de jugar a su juego o no. Pasaron minutos, no muchos, quizás dos o tres, hasta que empecé a escuchar el tintineo de unas campanas que parecían sonar en mi cabeza. Me había considerado digna. El juego había comenzado.

Me levante rápidamente y comencé a correr, apagando todas las luces de la sala, ya no había vuelta atrás.

Entre risas psicópatas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora