Cap III

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Holaaaa, como se pueden dar cuenta, cambie varias cosas como el título lol (en verdad, este queda mucho más acordé a la historia), la foto, y los nombres de los capítulos. Todo esto fue por qué creo que se ve mucho mejor que antes.
También reescribí este capítulo, por qué sinceramente, no tenía mucho sentido. Es realmente muy corto, pero también es que estoy de exámenes y no he tenido tiempo para actualizar, pero aquí tiene una pequeña modificación para que os re ubiqueis en el contexto de la historia. Mañana lo más probable es que te escriba el cap  cuatro. Lo siento de verdad por todo. Teresa♡

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–N-no veo yo mucho esto, la verdad.–Dijo Aiden desconfiado.

–Pues yo creo que si, no le veo el problema.

–Teniendo en cuenta que te acabo de conocer y no sé quién eres ni que buscas de mi.–Comentó mirando hacia el suelo con las manos inquietas.

–Bueno, es cierto, no te conozco de nada, solo se tu nombre, pero aquí todos nos llevamos bien, y no veo nada malo en enseñarte a patinar. –El chico de cabello teñido le tendió el skate con una sonrisa de lado al más pequeño.

–N-no, no quiero, no se patinar, y si pruebo, haré el ridículo. –Aiden estaba convencido de que no sería el momento de subirse en una tabla con ruedas, aparte, no le interesaba. –Mejor enséñame t-tu algún truco.

–Mierda, joder. Aiden, tráeme mi mochila por favor.

–¿Que? Ehhh ya voy, ¿Cuál es?

–Aquella encima del muro.–Dijo señalando al lugar en el cual se encontraban sus pertenencias.

Cuando Aiden llegó al muro, visualizó la mochila y al momento de ir a cogerla para llevársela a su poseedor, un pequeño grupo de hizo presente. Eran al rededor de cinco personas, cuatro chicos y una chica. Todos tenían alguna bebida agarrada en sus manos y sus skates en el suelo. Una vez que Aiden estaba a menos de un metro de alcanzar la bolsa, le fue imposible ya que le fue arrebatada por uno de los chicos quien empezó a abuchear lo. Miradas de desprecio eran clavadas sobre su piel, horribles palabras retumbaban en sus oídos. Aiden estaba entrando en un ataque de nervios, siempre ha sido punto fácil de burlas y comentarios ofensivos, pero ya se había acostumbrado por qué veía diariamente a esas personas. Con ellos fue diferente, había pasado mucho tiempo desde que un desconocido se había burlado de el. Sin más, decayó allí mismo.

Mientras sus ojos se empezaban a inundar de grandes lágrimas, cabizbajo y con las manos entrelazadas entre sí, se dirigió hasta el asiento donde se había sentado en un primer momento. Agarró sus cosas velozmente, y salió de aquel lugar que tantas emociones le había generado en unos precios instantes. Mientras corría hacia su casa con las lágrimas corriendo por sus mejillas se paró de repente, Arthur, esa era la palabra que ahora sonaba en su cabeza. Lo había dejado allí, tirado, con una herida la pierna, sin saber bien que le había pasado. Después de ser dos veces casi atropellado, llego a su casa, su cuarto, su cama, todos sus discos en vinilo, las plantas colgadas del techo, realmente agradecía poder estar en su habitación normalmente.

Un Atardecer Que Terminó En Una Fría NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora