La miro a los ojos, eran púrpuras pero desbordaba una sonrisa sutil. No era Kikyo, ni tampoco había una pisca del alma dulce de Kagome, era algo más.
De inmediato Naraku la tomó en brazos y la abrazó. Sintió calidez, sus poderes estaban sellados frente a él pero podría ser un arma útil contra los demás.
(*)
¿Sabes lo que hace esta flor?
- No tengo idea, pero un trato es un trato, bruja.
- Ten cuidado, una sola cosa más, si la usaras en humanos, que el poseedor de este veneno, lo tome en 2 veces. Si lo hace de una sola vez, podría morir.
- ¿Que le hace creer que yo, el gran Naraku, desperdiciaré algo tan valioso en un ser humano?
La mirada de la bruja lo decía todo.
- Eres un hanyo, solo te advertía de todos modos.
Esa bruja y esa flor, tengo el poder del enemigo en mis manos, gracias a esa poción.
(*)
- Naraku, te he visto en sueños y siento que te pertenezco ahora...Desperté una mañana y mis sentimientos eran claros... ¿Tú sientes lo mismo?
Aquella mirada púrpura, decía que la chica estaba en sus manos. Hakudoshi, quien era el sirviente más desleal estaba ahora sumiso ante la belleza de Kagome, quien parecía una musa.
Naraku ahora lo tendría todo, alejó a los demás y se llevó a Kagome a sus aposentos. La tomó en brazos y sintió que era feliz. Eso desconcertó a su otra mitad, este híbrido no era un ser que debía ser feliz. Comenzaron a planear como asesinar a la miko.
Sus manos se cruzaron e hicieron el amor, Kagome había quedado en un extraño trance. Aquella poción le había nublado la cabeza y parecía una potente droga que la dejaba dócil y controlada por Naraku, de algún modo también sus sentimientos eran propiedad de la araña.
Después de todo, fue y llamó a Kagura.
- ¿Que quieres Naraku? Acaso no eres feliz ahora que la tienes
-Lleva esta planta y ponla en un lugar con sumo cuidado, luego deja algunos monstruos que la protejan. - dijo Naraku dándole un pimpollo de aquella flor que le había pedido la bruja.
Kagura miró extrañada y era una planta que brindaba cierto tipo de energía.
-No entiendo...
-Hazlo y que no lo sepa nadie más. - ordenó Naraku y luego volvió a sus aposentos.
(*)
- No puede ser, el rastro de Kagome se pierde justo aquí en esta cueva. - dijo el joven líder de los lobos, junto a su jauría estaban persiguiendo el rastro de Kagome.
-Kouga todo el olor de ese horrible monstruo está por todas partes, esto está mal- dijo Ginta, y en ese mismo instante, Kouga comenzó a remover la tierra.
-Hay algo en esta tierra... No logro comprender qué es. - dijo Kouga, los lobitos lo imitaron y al cavar profundo encontraron un zapato y unas ropas.
Era el bonito atuendo de la señorita Kagome, estaba ahí roto y debajo de piedras incluso su zapato pero no tenía el otro par. Kouga enfureció y los lobos lo sintieron, aquello que nadie sabía era que ella seguía con vida, pero él entendió un claro mensaje.
No entendiendo nada, los lobos sintieron aún más temor, en la puerta de la cueva, un ser apareció caminando tranquilamente. ¿También estaba siguiendo el rastro de la miko? Nada importó, la rabia lo consumía y rápidamente Kouga se alejó de su manada, dejando la ropa y el zapato, en el lugar.
-El señor Sesshomaru porqué está aquí
- No tengo idea pero debemos ir con Kouga, esta sufriendo mucho, nos necesita.Sesshomaru pasó frente a los lobos y observó el lugar.
-Ya veo, aquí es el lugar donde esa mujer desapareció. -se dijo a sí mismo observando las ropas. Todo en la cueva era un desastre.
- ¿El señor Sesshomaru conoce a Kagome? Es decir...- decía Ginta cuando él volvió a salir.
-Llevense las ropas, eso es prueba suficiente para sus compañeros de que ella ya no está. - dijo Sesshomaru dando una orden, los chicos lo hicieron pero se sintieron extraños.
- ¿La señorita Kagome realmente ha muerto?
-Esto es una desgracia... Es terrible...-Ella no ha muerto, pero no es la misma mujer de antes. --dijo Sesshomaru alejándose flotando sin hacer caso a los lloriqueos de los lobos.
-¿Entonces si esta viva?... - susurró uno de ellos.
Pronto lo sabría, solo que seria un grave problema para todos, aquella chica inocente estaba en manos del enemigo.
(*)
Porqué huiste en brazos de ese cínico hanyo, todo lo que odiabas, era él y ahora te haz desvanecido en el humo de aquel veneno. - pensaba el orgulloso señor youkai mientras flotaba en el cielo, estaba pensativo sobre como se iniciará una guerra con una persona menos.
Y vaya que no era cualquier persona, esa chica era la dulce joya de sus maquinaciones. La tierna presa de sus juegos, más que una mascota, era parte de él, aunque nunca podría admitirlo. Como una víbora entre sus sábanas, que deja veneno impregnado en su ser, era la primera vez que no podría ser inmune a sus sentimientos. Alguien tan frío, tan cruel, era preso de su alma youkai, quien desesperabamente se preguntaba ¿Dónde esta ella ahora? ¿Estará con él? ¿Porqué no me eligió, porqué no me busco a mi primero?.
(*)
La perla de shikon, palpitaba en sus fragmentos, como llamando a alguien, llamando a su destino.
La joven observó a los fragmentos, en el bolsillo de su amo. Naraku parecía ignorar la realidad. Ella seguía siendo una miko, poderosa y su bondad no podría permanecer oculta durante tanto tiempo. Los fragmentos la llamaban, el sello en su interior, producto de aquella poción maligna, lo estaba debilitando. Había algo que fallaba en el calculo, algo que no quería ver, más alla de su propia felicidad, Naraku se divertía observando a su presa, mientras ella se mantenía centrada en los fragmentos.
Ella era otra mujer, en su interior, era cálida, pero el sello la volvía distinta. Su mirada seria le daba el toque.
Se había convertido en algo similar a la fría figura de aquel amor lejano de Naraku, una versión más pobre y sumisa de Kikyo. No dejaba de ser una copia.
La verdadera miko estaba atrapada en un espiral de culpa, que alimentaba la poción. No podría salir fácilmente de ese reto.
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Él es puro ámbar
Short StoryHistoria de amor&romance ♡ Con un poco de pasión. Ha pasado tiempo desde que se producen estos encuentros espontáneos entre él y ella. Ha comenzado la cuenta regresiva para que se terminen ¿Cuánto tiempo más pasará hasta que deban separarse? Deberán...