Cap 5

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Naraku ya sabía  de la existencia de Kagome, pensaba en sus más sedientos sueños de lujuria que podría obtenerla pero algo en  su interior le decía que aquella mujer, era una ruina, tal y como sucedió con Kikyo.

Esa mujer no es Kikyo. No lo es.
Estoy seguro que no es mi amada Kikyo. Ella ya ha muerto hace tiempo.

- Mi señor, aquí hemos traído a la doncella que nos pidió.

- Bien, serán recompensados. Ella solo me atenderá por mis enfermedades.

- Sí mi señor.

Los sirvientes se habían ido, los habian dejado solos. Hace un par de días, llamaba a distintas mujeres pero ellas nunca volvían.
Atrajo a la doncella, de manera dulce la recostó, para quitarle lentamente las prendas. Su piel era pálida, pensaba en Kikyo. La doncella tembló, había sentido sus caricias frías sin embargo, le parecía un hombre atractivo, muy conveniente.

Comenzó a besarla en todas partes, su lugar predominante era el cuello de la joven.

Kikyo...

Así se entregó a las garras de su pasión tóxica y obscura, que lo había llevado a cometer tantas maldades

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Así se entregó a las garras de su pasión tóxica y obscura, que lo había llevado a cometer tantas maldades. Sólo había querido estar a su lado, hacerla su mujer, pero ella amaba a otro.

- Señor, me lastima... ugh...Ah...

Pequeños gemidos se le escapaban, con sus uñas marcaba las piernas de la joven, su cintura, le sujetó una nalga mientras se movía presuroso, luego la movió, colocando sus piernas delgadas sobre sus hombros.

- Mi señor, es...

Mientras la veía sujetarse, lo disfrutaba, ver su expresión de placer, pensaba ojalá hubiera sido Kikyo...Deseaba a Kikyo, deseaba a Kagome.

Y acabó entre jadeos

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Y acabó entre jadeos. Ya era suficiente, la mataría. Mataría a Kagome, a Inuyasha, a cualquiera para cubrir de maldad aquella perla.

- Vístete y mis sirvientes te llevarán.

Sabía que ellos lo buscarían y tratarían de matarlo.

No lo conseguiran, completaré la perla de shikon, y haré lo que se me plazca.

Sesshomaru se encontraba pensativo, no deseaba obtener la perla de shikon pero sabía que la mayoría de los males estaban ligados a esa joya e incluso el sello del híbrido Inuyasha, era por causa de esa perla shikon.

Ahora Naraku, también, y cuantos más habrá. Y ahora él también estaba en esa telaraña de la perla.
De pronto divisó una serpiente extraña, se estaba llevando un alma de un ser humano.

- Eso es de un alma en pena. Que desagradable.

Comenzó a acercarse, había abandonado a Jaken en una cueva no tan cercana para que no lo molestara. Cuando vio que había un campo de energía, sintió un ligero olor muy lejano. Muy viejo. Muy fuera de este mundo.

Ese olor es de tierra y huesos, pero también percibo el olor de una  mujer que había muerto hace tiempo. La mujer que selló a Inuyasha, ¿Puede see que haya vuelto de la muerte solo para tratar de destruir esa perla? Esto es una tontería del caprichoso destino. 

Otro aroma, es la miko extraña.
Viene directo hacia mi.

Efectivamente Kagome estaba tan enojada, triste y rechazada que no se percató que había cruzado con Sesshomaru.

Lo había dejado atrás mientras caminaba sin rumbo, su tristeza la llevaba lejos sin saber que hacer. Estaba enamorada de Inuyasha pero él acaba de besar a Kikyo, él amaba a Kikyo.

- Inuyasha aun ha dejado que su corazón sea dominado por Kikyo, lo detesto, lo odio--

Entonces se tropezó con un barranco, y cayó al lodo, tanta mala suerte en un día.

Sesshomaru no pudo evitar sentir lastima, ligero pero ahí estaba aquel sentimiento. Llena de lodo, se dispuso a seguir cuesta arriba pues el lodo era mezcla de un poco de agua y tierra. Debía haber más agua delante.

Esa mujer no entiende que aquí no pertenece, si Inuyasha la ha despreciado con una muerta es evidente.

- ¿Porqué me pasa esto a mi? ¿¡Porqué!? -- mientras sus lagrimas salían se recostó en el pasto, de rabia lloró tanto que se quedó dormida.
Sucia y llena de lodo, aún así Sesshomaru se acercó y tomo de la ropa a Kagome, volando ligeramente la colocó cerca de la parte más limpia del arroyo; su mano percibió en agua y despertó.

- Me dormí, pero debo limpiarme esto.

Entró al agua vestida, lentamente se despojo de sus prendas sucias y a pesar de estar fría el agua, se limpió hasta que no quedó lodo. En efecto, Sesshomaru la observaba cerca de un árbol, sentado, pudiendo percibir el enojo de aquella mujer. La naturaleza terca, arrogante y obstinada de la sangre de Inuyasha y de si mismo, lo obligaban a quedarse a ver.

Él es puro ámbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora