Cap 8

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La doncella.

Había llegado al templo extraño, siguio el rastro del  monstruo y allí se olía el verdadero olor. Pero el templo tenía olor a polvo y arena, era un templo casi abandonado pues nadie salió a atacarlo ni sintieron su presencia.

- ¿Quién está ahí?

Es un humano, por apariencia pero veremos hasta cuando puede ocultar su verdadero ser.

Pensó Sesshomaru al mirarlo. El joven que salio del templo tenía aspecto de monje pero no lo atacó.

- ¿Eres una deidad? Vienes de visita al templo y no se presenta. ¿Quién es?

- Mi nombre es el gran Sesshomaru, quiero averiguar porque un monstruo que  no pertenece a esta región estaba por estos lugares. ¿No serás tú el amo de ese demonio?

No puede ser, Sesshomaru no me lo esperaba. Siguió de pura casualidad el olor de la arena y vino hasta aquí.

Nervioso pensaba Naraku como alejar a Sesshomaru de su presa, pero no era tan fuerte como para compartirlo. No sabía si debía enfrentarlo o escapar sin tomar a su presa. El efecto de  la arena debía ser utilizado de nuevo, sería un desperdicio.

- ¿Acaso vino para descansar?

- ¿Donde está el demonio?

- Ese demonio del que habla es el guardian de aquella cueva. Aparece solo a cierta hora del día si quiere destruirlo deberá esperar a que re aparezca mi señor Sesshomaru, le ofrezco sake y hospedaje hasta que venga.

Dudo de la hospitalidad de este monje pero me encantaría ver de que es capaz.

En un instante, Sesshomaru se acercó y tomó del mentón al monje.

- Si tratas de  ocultar algo, ten por seguro que te mataré monje.

Lo arrojó al suelo con intensidad. Naraku se había alarmado.

- Señor yo no oculto nada.
Y se alejó temeroso en busca de lo que le ofreció. Estaba furioso pensando en que se haría más fuerte y lo mataría.

Habían pasado horas y en la noche la luna se alzaba iluminando el lugar.

Bebiendo sake, Sesshomaru observababa el claro pensado en qué momento aquel monstruo había parado allí y porque el templo olía tan viejo. El monje le explicó que el solía estudiar allí pero salió de viaje a una tierra lejana. Cuando retorno se encontró que todos habían abandonado el lugar.

Pensativo se por poco paso por alto que el lugar era muy sospechoso y casi  se va. Comenzo a recorrer el exterior del templo cuando una de las habitaciones, en ella percibió un aroma muy ligero, casi desapercibido.
Iba acercarse cuando la escuchó suspirar profundo, entonces abrió una de las puertas y allí estaba. Una joven en kimonos, enmascarada y descansando entre las prendas.

- Señor no tengo nada que ocultar pero ¿Porqué husmea en mi templo?

- ¿Esa mujer que hace en este lugar abandonado?

- Nunca dije que vine solo por desgracia mi querida esposa esta enferma y tuve que taparle el rostro debido a su enfermedad. Le cuesta respirar pero ya está medicada.

Era un descuido no haber colocado más 'arena negra' y alejar a Kagome del lugar. Pero no se iría hasta obtenerla.

- El monstruo seguramente la puede percibir. Es por eso que viene a este lugar abandonado. --Habló Sesshomaru dejando la habitación.

Naraku lleno de tensión había logrado desviar la atención de Sesshomaru. Debía preparar un ejército de monstruos para destruir a Sesshomaru y hacerle creer que la mujer y el monje habían muerto.

El príncipe Naraku estaba tan seguro de que no perdería que colocó una marioneta de si mismo, y se alejó a reunir su ejército.

Sesshomaru seguía observando su entorno cuando escuchó que la mujer, la esposa del monje respiraba violentamente.

Sus impulsos comenzaron a aparecer y su propio corazón estaba palpitando acelerado. Pensaba en aquella mujer la compañera de Inuyasha, se venía en su mente una y otra vez cuando cedió y quiso tenerla.
¿Porqué estoy dejandome llevar? Qie irritante.

Que tonto soy.

Se levantó y entró en la habitación de la doncella la tomó en sus brazos, y con sus uñas, trazo un pequeño corte cerca de uno de los pechos de ella, del corte pudo concentrar su mano de color verde, al mirarla se esforzó quitando un líquido del mismo color, del corte que había hecho. 

Ella comenzó a respirar un poco mejor. Era un veneno ligero pero muy turbio que realizaba su función para paralizar.

La iba dejar en el suelo cuando las 'arenas negras' dejaron de surtir efecto.

¿Qué hace esta mujer tan lejos de Inuyasha? -- pensando esto le quitó la máscara y la vio, su cara pálida con sonrojos ligeros. Dormida y sumamente preciosa con aquel kimono. Su aroma tan excitante había regresado.

La 'tendré' ahora mismo, lejos de Inuyasha.

Él es puro ámbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora