Capítulo 14.

328 22 12
                                    

—¿Cómo? —pregunto incrédula.

—Lo que has escuchado niña, no soporto a los humanos pero tampoco a los magos. 

—Venga Reimond, deja que nos marchemos —le pide Kevin. 

—Lo haré, pero... —hace una breve pausa— a quienes logréis salir. 

Los cuatro nos miramos sin entender a qué se refiere el mago. De repente el suelo comienza a temblar, unas grietas se abren en él haciendo que nos separen y de ellas salen unos muros de plantas, haciendo que quedemos dentro de un laberinto. 

El pánico se apodera de mi. Intento traspasar los muros pero éstos me expulsan hacia fuera haciendo que caiga al suelo, así que no me queda otra que levantarme y correr. Me dirijo hacia mi lado izquierdo, corriendo sin parar, sin mirar atrás, solo pensando en encontrar a mis compañeros. 

—¡Rachel!, ¡Matt!, ¡Kevin! —grito una y otra vez, pero no obtengo respuesta. 

El miedo crece en mi interior al ver unas sombras moviéndose a mi alrededor. Me detengo y éstas me rodean. Todas tienen mi rostro, todas menos una. 

—Papá —susurro. 

Las sombras de mi alrededor se apartan para dejarme el camino libre hasta mi padre. Camino hacia él, sin poder creer lo que ven mis ojos. 

«No es tu padre.» Dice una voz en mi interior. 

«Lo sé, solo quiero verlo de cerca» Le contesto. 

Me acerco lo máximo posible. Es tan idéntico a él que noto una lágrima caer por mi mejilla pero no la limpio. La sombra con el rostro de mi padre se abalanza sobre mi haciendo que caiga de nuevo al suelo. Me giro para mirarlo y veo que se ha juntado con las demás sombras que ahora también tienen el rostro de mi padre en vez del mío. 

«Son devoratix, ¡huye!»

Hago caso a mi voz interior y rápidamente me levanto del suelo. Echo una última mirada a los devoratix y al ver sus intenciones comienzo a correr lo máximo que puedo. 

Corro hasta dejarlos atrás. Una vez despistados me detengo para respirar y volver a coger fuerzas. Sigo sin encontrar a mis compañeros y eso me preocupa, quiero tener a mi lado al menos a uno de ellos pero si no los encuentro tendré que encontrar la salida yo sola, no es que me de miedo estar sola, que también, lo que me da miedo es que consiga salir sin ellos y les ocurra algo. Después del ataque de los devoratix sé que hay criaturas mágicas peligrosas aquí dentro y lo peor es que todo está controlado por Reimond, ese mago estúpido y traidor. 

Escucho un chillido a pocos metros de distancia. Al principio no logro distinguir de quién proviene el chillido, pero segundos más tarde me percato de que es la voz de mi compañera. 

—¡Rachel! —grito. 

Comienzo a correr hacia mi lado derecho, el lado por donde venía la voz de mi amiga. Llego hasta un cruce y me pongo nerviosa sin saber hacia que lado debo ir, así que decido tomar un breve respiro para relajarme y continuo por el lado derecho. Sigo corriendo hasta que me encuentro con el cuerpo de Rachel sobre el suelo. Me paro en seco al verla ahí en el suelo totalmente inmóvil. 

—Rachel —susurro y corro hacia ella. 

Me agacho a su lado y agarro su cabeza colocándola cuidadosamente sobre mis piernas. Sus ojos y su boca están abiertos, su rostro muestra pánico. Algo le ha debido de atacar, algo o alguien. Susurro una y otra vez que se despierte pero ésta sigue sin despertarse. 

EbrisiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora