Capítulo 11.

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Hago caso a la petición de Matt y entro en su dormitorio. Veo a un chico sentado en la cama, que se levanta en cuanto entro del todo al dormitorio. El moreno de ojos azules y tez pálida se acerca a mi, mirándome de arriba a abajo con esos diminutos ojos como si me estuviera inspeccionando. No me siento cómoda en esta situación, así que me aparto de la vista del chico y me siento en la cama que parece ser la de Matt. Éste cierra la puerta y se coloca junto a su compañero de cuarto. 

—Jane, este es Kevin —dice Matt presentándomelo. 

—¿Qué haces aquí? —pregunta Kevin frunciendo el ceño.

—Tengo que hablar con Matt —respondo seria—. ¿Te importaría dejarnos solos?

—Iré al baño —contesta abriendo de nuevo la puerta del dormitorio—. Os doy media hora como mucho.

—Gracias —le dice Matt.

Kevin sale del dormitorio dejándonos solos a Matt y a mi. Es hora de hablar con él, de que me explique qué narices es lo que me está pasando, y qué clase de magia es esa que ha dicho hace un momento. 

Éste se sienta a mi lado. Coloca sus manos sobre sus rodillas, y mira por unos segundos al suelo, suspirando. Tanto misterio me pone nerviosa, no lo soporto más.

—¿Me vas a decir qué es lo que ocurre? —digo con un tono serio rompiendo el silencio. 

—Está bien —responde Matt. Levanta la mirada del suelo para ponerla fija en mi—. La magia interna es una de las más poderosas, solo la poseen los Powlmets. Consiste en usar algunos hechizos sin la necesidad de la varita, como los de defensa y ataque, atracción de objetos, elevación... Pero tiene un inconveniente, cuando un mago Powlmet descubre esa magia no es capaz de controlarla y le pasa como a ti, no es consciente de cuando la usa y como todos sabemos es un gran peligro usar la magia, así es como han desaparecido la mayoría de ellos, en sus comienzos los descubrían y como ya sabrás los mataban. Por eso todos aprenden a controlarla, y solo unos cuantos lo han conseguido. 

«Bien, estoy muerta.»

Pienso una vez terminada la explicación de Matt. Es imposible que la magia que he usado yo antes sea de esa clase, ya que no puede ser que yo sea una Powlmet. Además solo me ha ocurrido una vez, si lo fuera seguramente me habría pasado más veces. De todos modos él no ha afirmado ni negado nada sobre mi, le preguntaré para no quedarme con la duda. 

—¿Quieres decir que yo soy una Powlmet? 

—Lo más probable es que sí —contesta levantándose de la cama—, es la única explicación que tengo para lo que te ha ocurrido. Y si es así, tienes que aprender a controlar la magia interna, y lo más importante; no se lo digas a nadie más, no confíes en nadie.

—¿Tampoco en ti? 

—Ni en mi, ni en nadie de aquí. —su tono cambia de normal a serio, demasiado serio—. Si ves que me convierto en uno de esos monstruos sabiendo tu secreto no dudes en matarme. 

Me quedo atónita ante su petición. Muchas veces he deseado matar a alguno de esos anti-magos, incluso a los Hansmith y al Gobernante Hans, pero sé que ahora mismo no sería capaz, a lo mejor a ellos sí, pero a Matt no, jamás.

—¡No! —exclamo casi gritando—, ¡No voy a matarte!

—Si fuera al revés quisieras que yo lo haría, ¿verdad?

—Pues seguramente sí, para que mi familia no me viera así y para no hacerles daño.

—Entonces trato hecho —dice Matt dejando por terminada la conversación—. Deberías irte ya. 

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