Capítulo 4.

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Los cinco obedecemos a la mujer y la seguimos. Subimos las escaleras y llegamos hasta una puerta doble, donde hay un cartel al lado de la puerta. En ese cartel se puede leer la frase "despacho del Gobernante Hans", me entran ganas de escupir al cartel, pero si lo hago sé que me mandarán a una ejecución directa. No quiero morir, aunque creo que eso sería menos doloroso para mis seres queridos que verme convertida en una anti-magia. La mujer nos pide silencio, y entramos al despacho detrás de ella. La verdad que el despacho es enorme, tiene una mesa en medio, llena de folios y una pantalla de ordenador. Las paredes son de color blanco, y en ellas hay colgados cuadros de el Gobernante Hans, solo o con los alcaldes o alcaldesas de todas las Cliptas. El Gobernante Hans se acerca a nosotros, es un señor bastante mayor, su cabello es de color blanco, como es habitual en la gente de su edad, tiene la cara llena de arrugas, y un bigote del mismo color que su cabello. Siempre me ha extrañado que no llevara barba, pero me imagino que no le gustará. Los cinco niños nos colocamos en una fila, por edades, uno al lado del otro.

Katherine es la primera en presentarse ante el Gobernante Hans, le dice su nombre, su edad, la Clipta a la que pertenece y si es humana o maga. A ella es a la única que conozco de los cuarto, y sé que ella sí es maga, es una de las razones por las que más rabia me da que ella esté aquí, acaba de descubrir sus poderes tan solo hace un año, y ya se los quieren arrebatar. El siguiente en presentarse es Johan, y él es un humano. Seguido va Fredd, quien también es un humano. Antes de darme cuenta tengo al Gobernante Hans frente a mi, mirándome con una sonrisa que hace que se le marquen aún más las arrugas. La escena es graciosa, pero mi odio hacia él es tan fuerte que ni si quiera tengo ganas de reír, solo de conjurar un hechizo y convertirlo en cucaracha para poder aplastarlo con mi propio pie.

—Y usted señorita... —Veo como se fija en mi tarjeta y vuelve a mirarme.—Señorita Jane, cuénteme más sobre usted.

Ahora sí que me gustaría escupir en su cara, no me explico como tiene el valor de llamarme por mi nombre, nos manda a un lugar para torturarnos y encima tiene la poca vergüenza de estar orgulloso de ello, odio el día en el que lo pusieron en el cargo. Los demás han sido respetuosos, hasta han sido capaces de sonreírle a este monstruo. Conmigo la lleva clara, no pienso ser tan estúpida de reírle las gracias, y aunque no quiera debo ser algo respetuosa.

—Mi nombre es Jane Poslki, tengo dieciséis años y pertenezco a la séptima Clipta, como el resto de mis compañeros.—Me dirijo a él con un tono bastante serio, aunque ahora decido ponerme un poco más prepotente.—Y estoy muy orgullosa de ser maga.

—¡Jane!.—Escucho gritar a la mujer, con un tono de preocupación.

—Tranquila señora.—El Gobernante Hans se dirige hacia la mujer. Al cabo de unos segundos vuelve a fijar su mirada en mi.—Veo que eres una chica fuerte, eso me gusta, aunque es una lástima que no te sirva para esto.—Sonríe descaradamente y se coloca en frente de Matt.

Ahora mismo la sangre me hierve de rabia, aprieto mis puños con fuerza para evitar hacer algo de lo que pueda arrepentirme más tarde. Intento calmarme escuchando hablar a Matt, según lo que dice él también es mago. Por una parte me agrada de que sea mago, me recuerda a mi mejor amigo Charles, pero por otra parte me disgusta, simplemente por el hecho de que está aquí para obligarlo a odiar la magia y que deje de practicarla, y eso quiere decir que tendremos tres magos menos en nuestra Clipta.

—Un placer conoceros chicos, nos volveremos a ver de aquí a un año, si es que vivís todos para entonces.—Se despide de nosotros el Gobernante Hans.

—Nos vamos chicos, es hora de que lleguéis a Transcore.—Nos dice la mujer y todos le seguimos para salir del despacho, todos van mirando al frente pero yo no puedo evitar mirarlo a él, quien no deja de sonreírme.

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