Capítulo 5.

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—¿Y porque estás trabajando aquí?—Mayka se coloca detrás de mi haciendo que tenga que mirar su rostro mediante el reflejo del espejo. 

—Cuando salí de aquí comenzaron a escucharse rumores sobre mi, sobre si soy una Polwmet, así que para callar los rumores tuve que abandonar a mi familia y venir a trabar aquí. Y lo mismo tuvieron que hacer muchos como yo, o te unes al enemigo o mueres.—Mayka deshace el peinado que me había hecho mi madre esta mañana y saca un peine de uno de los bolsillos de su delantal.—Ahora te haré una coleta, y dejaremos el tema ya. 

Miro a través del espejo como Mayka peina mi cabello y me hace una coleta alta. Me fijo en que en el uniforme ya no llevo la tarjeta con mis datos, si no que ahora se puede diferenciar un N1 en mayúsculas y color negro en la zona de arriba del pecho, en el lado derecho. El uniforme es de cuerpo entero, hasta los tobillos pero en la zona de los brazos es solo de manga corta. La tela del uniforme es bastante gruesa pero a la vez elástica, la zona de los codos es de cuero negro al igual que la de las rodillas. Para ser honesta es bastante cómodo, y no me veo ridícula con él, ya que pega con el color de mi cabello al ser castaño. 

—Ya estás lista. Y tranquila no te obligaré a quitarte el colgante, pero si no quieres perderlo deberás tener cuidado en las pruebas.—Mayka me sonríe y me pide que la acompañe.

—Gracias Mayka.—Le digo antes de que abra la puerta del probador. 

Juntas salimos del probador. Ella vuelve a su lugar de trabajo mientras que yo me dirijo hacia Mery, la jefa de las modistas, quien está junto a Katherine. Mery nos abre la puerta de la sala donde estamos ahora mismo, y les pide a los guardias que nos lleven hasta nuestros dormitorios. Katherine y yo seguimos a los guardias hasta un ascensor, entramos y cada guardia pulsa el botón de un piso distinto. El guardia de Katherine pulsa el botón del segundo piso, mi guardia en cambio pulsa el botón del séptimo. Al llegar al segundo piso el guardia de Katherine se la lleva sin dejar que se despida de mi. Ir en un ascensor con un desconocido la verdad que me aterra un poco, pero debo ir calmada o notará mi miedo. En pocos minutos llegamos al séptimo piso, el guardia es el primero en salir del ascensor y decido seguirle. Hay un cruce de tres pasillos, nosotros nos dirigimos por el segundo, el que tenemos frente a nosotros. Por lo que se ve el pasillo es bastante largo, las paredes y el suelo son de color blanco, y a cada lado hay puertas con unos números, lo que supongo que serán los dormitorios. Llegamos a una puerta donde está escrito el número 211, el guardia llama a la puerta, y una mujer morena la abre. 

—Bienvenida Jane, pasa por favor.—Se aparta un poco hacia un lado y entro al dormitorio por el hueco que me ha dejado la mujer.—Se puede retirar.—Le dice al guardia y cierra la puerta.

El dormitorio no es muy amplio pero si lo bastante para que entren dos camas pequeñas, y un armario blanco empotrado a la pared. Una chica de cabello rubio está de pie junto a una de las camas, lleva el mismo uniforme que yo y no aparta su mirada de mi. La mujer que nos a abierto la puerta se coloca entre medio de nosotras y comienza a presentar a la chica.

—Jane, esta es tu compañera Rachel Banks, y pertenece a la octava Clipta.—Mi compañera me ofrece su mano y le doy la mía dándonos un apretón de mano.—Bueno tú y yo tenemos que irnos.—La mujer morena me mira directamente a mi.

Separo mi mano de la de mi compañera y me dispongo a seguir a la mujer morena. Camino tras ella hasta llegar al mismo ascensor de antes. Entramos y la mujer pulsa el botón del primer piso. En menos de un minuto llegamos al primero piso y juntas salimos del ascensor. Sigo a la mujer hasta una sala llama Sala de reuniones. Entro detrás de la mujer y me pide que me coloque en mi asiento mientras que ella se coloca en el pequeño escenario que hay en medio de la sala, rodeado de gradas con asientos. En la parte de arriba de las gradas se ve cada color y nombre del grupo al que pertenece. Busco el mío y lo encuentro al lado de la puerta por la que acabo de entrar. Me siento en el primer asiento de todos, ya que el resto están libres. Veo a más niños sentados en las demás gradas y cuento uno a uno todos los que estamos aquí sentados, en total cuento cuarenta, por lo que estamos todos. La mujer del escenario llama nuestra atención.

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