Capítulo 1: Cotidiano

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—No lo comprendo... no hay nada para elegir.

Una tienda pequeña en una pequeña esquina de la calle se encontraba abierta, a punto de cerrar. Los productos eran escasos, pero aun así se notaba cierto cuidado y calidad en los mismos, de hecho, estaban tan ordenados que parecía que la tienda acababa de abrir. Pero no, sorprendentemente era una bastante antigua y con un solo dueño que ya estaba por sus 30.

—¡No hay nada...!

El silencio era bastante notorio, el dueño de la dichosa tienda se quedó mirando a una chica que tenía alrededor de 13 años. Observaba con bastante atención a la sección de las frituras, la cual era una de las más escasas de la tienda.

—Oye... ¿vas a elegir ya? Estoy a punto de cerrar.

—¿¿Eh??... ¿Por qué? —replicó la chica, poniendo aire en sus cachetes en señal de disgusto ante el repentino comentario.

—¿Cómo que "¿por qué?" ¡Ya es tarde! Siempre estás eligiendo frituras a estas horas cuando ya estoy cerrando.

El señor de la tienda se alteró un poco por la pregunta un tanto obvia de la chica, que lanzó su cuestión sin siquiera mirarlo a los ojos, aún manteniendo su mirada fija en los respectivos productos.

—Verás... obviamente si hubiera más variedad seguramente podría elegir más rápido, ¿no crees? —replicó rápidamente la chica rascando su cabeza de forma circular.

La chica se volteó con una mirada algo sarcástica hacia el señor que se encontraba en el mostrador, algo desconcertado por el comentario más reciente soltado por ella. Inmediatamente el hombre señaló a la niña, un tanto rabioso por lo antes mencionado.

—¡Escucha! ¡Eres tú la que ha estado viniendo a comprar todos los días! ¡¿De quién crees que es la culpa de que no haya nada en el apartado de golosinas?!

—Ugh... vamos, hombre, no te alteres, que somos amigos de toda la vida.

El señor miró a la chica estupefacto con la esperanza de que cerrara la boca y finalmente escogiese el producto que llevaba rato intentando elegir.

—Ya, ya, esa mirada lo dice todo. Ya elijo rápido, no te preocupes.

Finalmente la dichosa chica eligió la bolsa de patatas más común que tenía a su frente para voltearse y empezar a dar pasos lentos hacía el mostrador, colmando aún más la paciencia del dueño de la tienda.

—¿Me tomas el pelo? ¿Esto es todo? ¿Llevas tanto rato para escoger la primera cosa que viste?

—Suele suceder, ¿no te pasa que estás en una tienda de juegos, dentro de todo el catálogo, eliges el más conocido y además el que sabías que no elegirías por nada del mundo? ¡Me pasa un montón! Iba con los planes de comprar el primer GTA y terminé comprando un juego de Nintendo, puedes creerlo?

—N-no... no entiendo para nada tus ejemplos, niña.

La chica pagó el producto con una cara algo decepcionada mirando al señor fijamente, parecía algo cansada también. Cosa normal, eran ya cosa de las 9 de la noche, hora justo para que la tienda finalmente cerrara.

—Ay... mira, ya llegarán nuevos productos, además con sabores nuevos por el nuevo año, así que venga, no te desanimes.

—¿En serio no conoces el GTA...?

—¿¡Era eso?!

El señor finalmente cerró la tienda sudoroso debido a horario de casi 14 horas. Estirándose un poco, guardó sus llaves en sus vaqueros, que ya denotaban que estaban algo gastados y viejos.

Long To Realize (Cancelada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora