Dark Times

Capítulo XII

POV Daniela Walsh

Iba manejando de regreso a mi casa después de haber salido de aquel departamento; al que, por un momento, me arrepentí de haber ido.

Cada palabra que me dijo María José estaba rondando en mi mente, lastimándome en el proceso.

No podía creerlo. No quería aceptar que Nathan no sea mío, y que sea hijo de ese grandísimo idiota.

Mientras las lágrimas empapaban mi rostro, diferentes escenas del pasado asaltaron mi cabeza, diferentes flashbacks de la época más hermosa de mi vida junto a ella.

11 años atrás.

-Mi amor...- susurró mi esposa- Amor, por favor deja llorar. Odio verte así.

-¿Cómo quieres que esté, Poché? El doctor me acaba de decir que no podré quedar embarazada por no sé que mierda de mi útero. No podremos tener hijos por mi culpa.- con su dedo pulgar limpio mis lágrimas y besó mi frente con cariño.

-Sabes que existe otra opción, y yo estoy dispuesto a ello, hermosa. Solo acepta...

-No, Poché.- la interrumpí- No voy a dejar que te embaraces tú. Eso acabaría con tu carrera, no puedo ser tan egoísta.

-Amor, no es egoísta dado el hecho de que yo también quiero tener un bebé. Tengo veinticinco años ahora. Es la edad perfecta, y si esperamos más tiempo puede que ninguna pueda tenerlo.

-¿Y tu sueño?

-Mi sueño es ser feliz contigo, Daniela.- sonrío hermosamente- Además sabes que lo que más quise fue tener mi propia escuela de artes, y eso si que lo tendré.

La tomé de la cintura y la abracé. Comencé a dejar pequeños besos regados por todo su rostro, provocando que su preciosa risa inundara el espacio.

-Te amo demasiado, Poché.

4 meses después.

Sentí una mano en mi hombro que me movía intentando despertarme. Abrí los ojos lentamente, y con demasiado esfuerzo. Cuando logré abrirlos por completo y miré hacia mi lado encontrando a Poché con los ojos un poco llorosos.

-¿Qué pasa, amor?- me senté y tomé su rostro entre mis manos.

-Me siento mal, Dani.- hizo un puchero adorable, y yo toqué su frente, buscando algún rastro de fiebre.

-Pues no tienes temperatura.- dejé un beso en su mejilla- ¿Qué sientes exactamente?

-Creo que... Creo que voy a...

Y no terminó la frase porque se levantó corriendo para ir directamente hacia al baño.

Me quedé confundida. Pero mis dudas se resolvieron rápidamente cuando escuché el sonido de sus arcadas. Salió del baño después de unos minutos. Yo me quedé inmóvil.

-¿Hay alguna probabilidad de que te haya caído mal el sushi que cenamos?- le dije y ella sonrió.

-Bueno, nunca había tenido tantas ganas de comer pescado crudo como anoche, así que no creo que me haya caído mal.- oh...

-¿Y si fue el batido de chocolate y menta que insististe en tomar?- volvió a sonreír.

-En realidad se me antojaba mucho.- "antojo", oh no.

-Pero y si...

-Pero nada, Daniela.- interrumpió mis divagaciones- Deja de ser tan lenta por una vez en tu vida.- se río con burla.