Capítulo XVIII

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POV Dylan Walsh

Estaba solo en la mansión, después de haber ayudado a desaparecer los cuerpos. Connor y Frank se habían ido ñara ayudar a Daniela con algo.

Según lo que escuché, Poché estaba desaparecida con el niño. Y que en el momento en el que habló con Daniela, un tal Germán Calle había inrrumpido en el lugar.

Mi papá se había vuelto completamente loco.

¿Qué mierda tenía en la cabeza para aparecerse así? Eso no formaba parte del plan.

Solo esperaba que lo hiciera daño a Poché, y que no le tocara ni un pelo. Al mocoso podría hacerle lo que sea, pero a ella no.

Aproveché que era el único presente en la casa para hacer mi parte del Paso C. Fui a la cocina, y de la despensa saqué el recipiente donde estaban guardadas las bolsas de té.

Habían alrededor de treinta bolsitas. Esto sería un trabajo de tiempo, ya que en cada una debía introducir una pequeña dosis de cianuro. La cantidad perfecta para matar a Daniela poco a poco, y que no muriese a la primera.

En el momento en el que se haya tomado al menos veinte o veinticinco infusiones, su corazón, riñones y pulmones ya estarán fallando. Además de su sistema digestivo en general, lo que le causaría un insoportable dolor.

Y finalmente, su tan esperada muerte.

Me reí a carcajadas pensando en el momento en el que el cuerpo de "mi hermana" comenzaría a colapsar, provocándole una dolorosa muerte.

Pero antes de eso, me encargaría de que su esposa sea mía.

Por muy enfermo que parezca, había fantaseado con la idea de follar a María José, mientras Daniela en su lecho de muerte observaba sin poder hacer nada.

Sería la venganza perfecta.

Por su culpa mi princesa no estaba más conmigo.

15 años atrás.

Estaba saliendo de la Facultad de Derecho donde estudiaba, y en la entrada de esta la vi esperándome.

Tan hermosa como siempre, con esa sonrisa que tanto amaba, y ese maravilloso cuerpo que me volvía tan malditamente loco. Sabía que no era el único que la veía, y eso me llenaba de ira.

Mientras caminaba para acercarme a ella, la vi saludar a Daniela.

La vi sonreírle a mi hermana, la vi reír estúpidamente por algo que la idiota le dijo, la vi besar la mejilla de Daniela y mi sangre hirvió.

Al llegar a dónde estaban ellas dos, empujé levemente a mi hermana lejos de ella.

-Hola, mi amor.- me dijo sonriente, y mi rostro se mantuvo neutro hasta que me besó.

Esa misma sonrisa le estaba dando a Daniela minutos antes.

-Saluda como se debe a tu novia, hermanito.- me dijo con su sonrisa de autosuficiencia de siempre- Dices que es tu princesa, pues trátala como tal. Deja de ser tan animal con ella. Es hermosa y especial, hay muchos que quisieran estar en tu lugar.- dijo esto mirándola de arriba abajo- Cuídala.

Y se fue hasta su auto, donde la esperaba una de sus conquistas de turno. En ese momento me llegó un mensaje a mi teléfono.

"Deberías aprender a tratar a las mujeres,  hermano. No siempre estará aquí la maravillosa Daniela Walsh para aconsejarte. Cuida a Valentina, idiota."

Dark TimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora