🔺Extra🔺

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Tener treinta años en definitiva no es lo mismo que tener diecisiete

En trece años puede cambiar todo, podés ser una persona totalmente distinta y tener muchas más experiencias, como también puede ser todo lo contrario. Se puede decir que maduré mucho, pero una vez leí que las personas que piensan que son maduras, en realidad no lo son, así que decirlo queda descartado

Me pondría a hablar sobre la vida y su evolución todo el día, pero hasta yo me puedo dar cuenta que sería aburrido y, hace un par de años, me prometí a mí misma que mi vida iba a dejar de serlo. A simple vista esa promesa suele parecer simple, pero haber opinado eso cuando era más joven, me llevó a entender que simple no es una palabra que se acerque a lo que conlleva mantener esa promesa en pie. También está el hecho de que yo tuve una aventura de las que no muchos tienen la suerte de contar y que sea verdad

Esa aventura de la que tan poco me gusta presumir, a diferencia de la que hoy en día sigue siendo mi mejor amiga, llegó a oídos de la mayor parte de los licántropos que existen, a tal punto de que los nombres de las dos Manadas suelen ser reconocidos al instante de su mención, y de las que muchos Rogues elijen para vivir

Una vez alguien me dijo que no tuviera miedo de embarcarme a la vida y ver que me depara, porque algún día esta iba a tener que pasar, sea de mi agrado o no, así que tomé la decisión de vivirla con sus virtudes y defectos. Tal y como dijo esa persona, hoy, después de trece años, puedo acordarme de mi juventud y todo lo que fue con una sonrisa y nostalgia de entremedio

- Estoy segura de que a él le encantaría ver la sonrisa que tenés cada vez que nos ves – suspira y toma un sorbo del té

- En eso no te puedo llevar la contraria – saca media sonrisa de boca cerrada – Él quería que pase

- Todos lo querían – corrijo

- Este té no me gusta – hace una mueca de asco – El vino me gusta más

- Pero el vino no es recomendable – descarto su idea – Te falta poco para terminar el té, terminalo – suelta un suspiro exasperado y se lo termina

- Ya está – apoya la taza en la mesa – No me hagas tomar más de estas cosas, Loana

- No te prometo nada – me levanto y llevo la taza para lavarla

- No, no tenías que hacer ese esfuerzo, yo lo iba a hacer – suspiro y no respondo – Loana ¿Me estás escuchando?

- Sí, lo estoy haciendo, pero estar la mayoría del tiempo sin hacer nada cansa ¿Sabías? – cierro la canilla y seco la taza

- El médico dijo que descansaras y no hicieras esfuerzos, sabés que no le va a gustar nada que hagas lo contrario a lo que pidió – niego, en un intento de restarle importancia

- Vos estás por arriba del médico en rango, no es al revés – guardo la taza y voy hasta el sillón, sintiendo como me sigue

- Sí, pero él está por arriba mío en conocimiento sobre el tema – agarra la frazada del al lado mío y me tapa con ella – Así que no puedo hacer nada con eso – ruedo los ojos

- Sí podés – suspira y se sienta al lado mío

- No voy a hacerlo y lo sabés

- Como sea – me doy media vuelta y cierro los ojos tratando de quedarme dormida

- No te enojes, es por el bien de las dos – no respondo – Esto te está volviendo terca Loana – tiro la frazada al piso enojada y me levanto de golpe

Lobos de MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora