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No fueron años, no fueron meses, fue una semana. Hace una semana que no salgo de mi habitación, hace una semana que Marco se llevó a Ostin para que sus papás lo puedan cuidar, porque ni él ni nadie de esta casa tienen la fuerza suficiente para cuidar de un cachorro. Hace una semana que Samuel viene todos los días a tratar de sacarme de mi habitación sin resultado, pero ¿Qué sentido tiene? Mi hermana mayor está muerta y mi prima está desaparecida.

El resto de Lobos de Medianoche me vino a ver cuatro días a la semana.

Estamos en diciembre, las clases ya terminaron y las vacaciones son lo único que me queda. Se suponía que en esta etapa del año iba a estar encargada de la manada, viendo a mi hermana y a mi prima todos los días, o en todo caso siendo una Luna al lado de mi Mate, con mi familia completa, preocupándome por mis estudios del año que viene y siendo responsable.

La vida da miles de sorpresas.

Siento como la puerta se abre de golpe y puedo ver a todo Lobos de Medianoche enfrente de mí, algo agitados.

# Habrán venido corriendo #

- Ya sabemos dónde se esconde el Aquelarre – espeta Brooke apenas cruzamos miradas – Él brujo se lo dijo a tu papá, quiere que vayamos – aclara mi amiga levantando su ceño

- ¿Por qué iría? – hablo desganada, igual a como lo había hecho la última semana – Ni siquiera pude con uno

- Eso pasó porque eran dos personas – sacudo mi cabeza

- Mi papá lo mató, yo no pude hacerlo

- Fue un trabajo en equipo, si vos no hubieras recibido los golpes el resultado habría sido otro

- Él golpe más importante no lo recibí yo – digo, haciendo que el ambiente se torne incómodo – Además, ninguno estaba ahí

- Henry nos contó – explica Samuel – Bonita por favor ¿No querés terminar con esto de una vez por todas? – lo miro sintiendo como la duda empieza a venir a mi cuerpo

¿Hannah hubiera querido que siga?

Cierro los ojos al mismo tiempo que suspiro.

¡Pero claro que hubiera querido que esto termine! ¿No la conozco? Ella hubiera querido que yo siga con mi vida, que sea feliz.

Vuelvo a suspirar para que no se me caigan las lágrimas acordándome de sus últimas palabras.

- ¿Qué saben? – pregunto después de pensar

Voy a ir, voy a hacer justicia, voy a traer a mi prima de vuelta, voy a hacer todo eso porque voy a terminar lo que empecé.

*Un día después*

Moscú, Rusia. Él Aquelarre en este momento se está quedando en el bosque de Moscú, con sus comunes -3°C en diciembre.

Cambiar de temperatura no fue muy costoso, los seis estamos acostumbrados a las nevadas, ya que suelen ser repentinas en Inglaterra, para después irse de la misma forma en que vinieron: De la nada.

En Moscú lo más común es que las bajas temperaturas estén presentes en todo el transcurso de la estación. El frío hela todo a su alrededor y las nevadas hacen que las calles estén repletas de nieve. A lo único que no estamos acostumbrados es a su constancia.

Acerco mis manos al fuego mientras trato de contener las lágrimas en mis ojos, por los recuerdos que me vienen a la cabeza de las nevadas que pasábamos todos en familia.

Eso ya no iba a pasar.

Ayer habíamos hecho lo imposible para conseguir pasajes a Rusia. Pagarlos no fue lo difícil, pero convencer a la recepcionista de que nos los dé en vez de a las otras personas que los querían, sí.

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