Resiliencia [En proceso/edición]

[Capitulo N°14]

Dominic.

—¡Abuela! ¿¡Abueeeelaaa!? ¿¡Abueeeelaaa, dónde estaaas!? —grité llamándola, mis hermanos y mamá hicieron lo mismo. Sonreí entrando en la casa que había extrañado años. 

—¡Abuuuuu!

—¡¿Mamá, dónde estás?! ¡Ya llegamos!

—No me empujes, pendejo tarado.

—Y si vos también te pones en medio del camino, tarada.

—Estúpido.

—Estúpida.

—Che, che, déjense de pelear porque cobran los dos. —los paró mamá.

—¿Apenas llegan y ya empiezan a pelear? —la voz de la abuela interrumpe a todos, sonreímos. Se acerca y empieza a saludar—. ¡Hija, hace cuánto que no te veo! ¿Estás más gorda o me parece a mi?

La cara de mamá cambia completamente, y se pone sería. Cómo cansada de la misma situación de siempre. Ya que cada vez que venimos, la abuela le recalca que está gorda.

—Te parece mamá, te parece —hizo una sonrisa falsa, para después darle un beso—. Y a mí me parece que te salieron más arrugas...

Golpe bajo para la abuela.

—Muy chistosa hija, muy chistosa —se ríe y saluda a mi papá—. ¡Yerno! ¡Mi yerno querido! ¿Cómo estás Gael?

—Bien, Nomi, bien gracias a Dios.

—¿¡Cómo están mis nietitos hermosos, que tanto adoro!? —la abuela se acerca a nosotros y empieza a apretarnos los cachetes.

—Ay abuela, mi cachete... me duele.

—Ay Daniel, no te quejes y dame un beso.

—Hola abuela. —saluda Melisa.

—¿Y a vos qué bicho te pico, por qué estás tan seria? Sonreí, querés.

—¡Abu! —supongo que queda claro quien es el nieto preferido, Mariano la abraza fuerte haciéndole sonar el cachete de un beso—, ¡Te extrañé mucho, abu!

—¡Salame milan! —le grita Daniel desde la cocina. Yo me río.

—También te extrañé hijo —le da un beso y me mira—. ¿Y vos, mocosa, no pensas saludarme o qué?

—Hola abue —me acerco, la abrazo y le doy un beso—, yo también te extrañé.