[Capítulo N°18]

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21 de diciembre.






















  Dominic.











Estaba tan cómoda durmiendo, hasta que sentí que movían la carpa. Abrí un ojo, y se notaban los rayos del sol dar directamente hacía donde estábamos nosotros.

Ví una sombra en la parte izquierda de la carpa, intentaba moverla. De fondo se escuchaba unas risas. Me confundí, y con los ojos entrecerrados ví a mis primos, a mi hermano y a Ángel dormir tranquilamente. 

Me separé de Fernando, y me senté en mi lugar. Refregándome los ojos, sacando las lagañas.

Seguramente, me encontraba toda despeinada, pero no me importaba. Le eché una mirada a los chicos que allí se encontraban. Pero me detuve en alguien, Ángel.




Que bonito se veía durmiendo.



En fin, terminé de despavilarme e hice todo el esfuerzo para levantarme. Una vez pude, abrí la carpa y salí. Al hacerlo, me resbalé con mis pies y caí, justo de cara hacia el piso.




Mierda, siempre caigo de cara...




Al levantar la cabeza pude ver al tío Lucas, sonreía divertido mientras me veía en el piso. No hizo ni el mayor esfuerzo para ayudarme, sólo se quedó de brazos cruzados mirándome.








—¿Estás bien?  —preguntó divertido, me levanté—,  ¿Durmieron bien? ¡Levántense que ya es tarde, eh! —dijo, asentí y pasó por mi lado para meterse dentro de la carpa—. ¡Buen día!






Dijo y saltó encima de mis primos. Se quejaron, obviamente, y mi tío rió.





Algunos podrían decir que mi tío es un inmaduro, pero... Nah mentira, si lo es. Lo que pasa es que a él no le interesa si parece un niño de diez años, le da igual. Según él, sólo se divierte. 











—¡Levántense! ¡Levántense! Tienen que ir a ayudarme en la chacra —dijo, yo me estiré mientras veía como los movía bruscamente.



—Ay tío, para un poco, es re temprano... —se escuchó la queja de Daniel, yo reí.



—Queee mierda va ser temprano, son las once ya, atorrantes... —le respondió riendo—. ¿Te molesta que te haga así, eh, eh? —decía burlonamente.



—Aaahh —se quejaba Daniel, yo reía mientras veía como los molestaba.


—Dale, levántense porque sino les echo agua. Y el único que se salvará será Ángel...— decía el tío.


—Aiaaa —se quejó Fer—, no... ¡No, no, cosquillas no!



—¿Qué dijiste? ¿Qué querés cosquillas?



—No, no, tío... basta, no —se escuchaba su risa—, no, no. ¡Pará! —reía más.











(...)







Al rato, después de terminar de levantarnos, nos llamaron a desayunar. Así que, acá estábamos todos medios adormilados mientras desayunábamos.




—Che, que alguien me pase la manteca —dije, Daniel quien estaba al lado me miró.


—¿Qué se dice?



Resiliencia [En proceso/edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora