Capitulo 4

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Nota de autor: Creo que a partir de aquí comienza lo bueno. DISFRUTEN.


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Odia pelear con otras personas, sobre todo si estas son importantes para él. Klaus Hargreeves o 'Número Cuatro' es el insolente hijo del medio de Reginald, tiene todo lo que un típico hijo del medio posee, además de varios traumas emocionales y anulación completa de sus sentimientos. Solo hay alguien en su vida que ha sido lo suficientemente especial como para arrancarse el corazón de su propio cuerpo y entregarlo.
Ha sobrevivido a una familia con siete hermanos, todos con personalidades y conductas diferentes. Número Cuatro podía hablar de ellos toda la tarde si pudiera, porque sus formas de ser son tan ricas de contenido que cualquier psicólogo quedaría anonadado por las expresiones y situaciones. Klaus no era muy diferente a ellos y aunque quería destacarse dado a su poder destructivo que fue creciendo con los años, nunca lo logró, siempre habría gente mejor que él, que supiera utilizarlo a su beneficio. Klaus solía era ingenuo, pero tuvo que endurecer su corazón porque su padre le obligo, aunque no pudo evitar que dejara de sentir amor, aprecio y aunque la soledad lo albergara durante las noches solitarias donde lo encerraban en el mausoleo, siempre estaba esa pequeña chispa de amor que calentaba su corazón y su mente. Por eso fue difícil para él cuando la persona que más amaba, la persona que le entregaría su vida, todo su cuerpo, toda su consciencia, incluso su alma, lo más preciado que tenía, se enojó con él. Eso había sido un punto de quiebre en el maltratado corazón de Klaus, que no permitió nunca ser curado.

—¡No puedo creer que me traicionaras así! —gritó con rabia mientras caminaba escalera abajo, siendo seguido por Klaus, quien intentaba calmarlo.

—Número Cinco, por favor —casi trastabilla con los escalones, pero logró sujetarse justo en el momento en que los fríos ojos verdes lo miraban.

—¡Te conté, te conté mi puto secreto y fuiste a decírselo a papá! —la voz de Cinco se quebró y salió corriendo de la mansión, embravecido y perseguido por la ira animal.

Klaus suspiró y lo siguió, de lejos, tratando de darle su espacio, conocía lo suficiente a Cinco para saber que cuando se enojaba era mejor darle un tiempo, pero también su propia estupidez deseaba que las rispideces propias de la hermandad se fueran dilatando lo más rápido que pudiera para volverá mirar esos ojos vacios y verlos brillantes como siempre que se observaban.

—Lo hice por ti, yo mataría por ti y lo sabes —Cuatro se acercó un poco más a su hermano y Cinco giró, ahora no había furia, sino más bien un dejo de decepción y melancolía, que destrozó aun más el corazón golpeado de Klaus.

—Dices eso, pero fuiste y le dijiste lo que planeaba hacer al viejo ¿y sabes que hizo? ¡me encerró en ese maldito cuarto donde no puedo usar mis poderes! Me dejó ahí todo una noche sin comida ni agua ¿eso te parece ayudarme? ¿Así dices que me amas? —Cuatro se detuvo en seco, no era parte de su idea que Cinco sufriera, eran efectos colaterales por haber dicho una verdad.

—Yo no quiero que viajes en el tiempo —murmuró, bajó la mirada y mordió su labio—. Entiéndeme, solo quiero frenarte, quiero evitar que hagas esto, no quiero perderte....moriría sin ti.

—¡Mentira! No quieres que progrese, eso es todo, no va a pasarme nada ¡Mierda! ¿No confías en mi? —gritó salvaje, como era Cinco, si fuera más dócil no sería su Cinco. Cuatro alzó la mirada.

—Confío en ti más que en mi, Cinco.

—¿Entonces? —respondió con cólera.

—Papá dijo, viajar en el espacio es una cosa, pero viajar en el tiempo es una lotería, no sabes las mierdas que pueden causar en tu cuerpo y tu mente ¡No estás listo! —gritó Cuatro dejando en claro cuál era su preocupación. Cinco mordió su labio inferior y negó, aun con cólera en sus ojos.

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