Capítulo XXVII: ¿Destino?

5 2 0
                                    

Narra Amber

La junta directiva está en espera. Faltan solamente tres minutos para entrar, y no hay una sola pista de Leila, debía traer una de las formas que usaré para la propuesta. Hoy la empresa de publicidad nos dará su opinión para el proyecto. Además de hablarnos de estrategias comerciales.

Camino de izquierda a derecha de forma nerviosa, no puede ser que ya falten solo minutos para la junta y no posea los papeles. Debía memorizarlos hace casi dos días… Pero acepte la cita de Mateo. Y terminé por olvidarlo.
Leila entra a la oficina hecha un lío con un manojo de carpetas y papeles en su mano. Llevaba suelta su clásica melena ondulada además de un vestido de color azul ajustado al cuerpo u ligeramente abierto con un corte que lucía sus tonificados piernas.

—. Lo lamento. No encontraba los papeles. Además el ascensor me dejo en dos oportunidades. No fue hasta hace un momento que logré subir a el.—se escudo Leila tomando aire.

—. Eso no importa ahora. No estoy molesta, solamente enormemente nerviosa, siento que todo puede salir mal. Debí leer bien todo antes de la reunión—habla Amber apenada.

—. No debemos pensar en ello. Por ahora lo importante es entrar allí y demostrar que puedes hacerlo. Llevas tiempo con esto así que es hora de tomar algo de confianza. Lo hiciste bien con los españoles, ¿por que temer a las caras conocidas?—habla Leila calmando a su amiga.

Tomo un poco de aire y ajusto mi falda. Me decidí por una falda blanca ajustada pero bastante reservada, al igual que una camisa de manga larga blanca con chaleco del mismo tono. Llevaba el cabello suelto y finamente peinado en bucles y al final del atuendo dos pares de tacones color crema. Cualquiera pensaría que voy a una especie de cita. Así como otro que soy dueña de la compañía. Ojalá piensen lo segundo.

—. Ya es hora. La mayoría ya tomo sus asientos—habla Leila mirando por una de las esquinas.

—. Ahora deja tus inseguridades y muestrale a todos quien es Amber Di Giacomo.

Tomo aire y asiento con la cabeza en forma decidida. Arreglo mi falda y entro a la sala de juntas con paredes de cristal. Todo estaba como de costumbre, ejecutivos de la empresa y conocidos de mi padre sentados en sus respectivos lugares, como siempre tomé asiento en mi lugar y coloque la carpeta con los documentos frente a mi. Espero y no sea tan rudo.

La silla del invitado estaba vacía, parecía que este no llegaba aún. Varias miradas de incomodidad llenaron el lugar con un claro descontento. Una silueta apareció por uno de los costados, llevaba el cabello largo color negro pero estaba cuidadosamente peinado, vestía un traje negro y parecía caminar despreocupado, aunque a mí parecer no era así.

El hombre entro a la oficina con cuidado y al ver todos los presentes fue más que evidente la tensión en su rostro. Pero de alguna manera extraña está desapareció de forma inmediata.

—. Un gusto verles, es un gran placer encontrarme frente a personas tan importantes para la comunidad parisina, al igual que agradezco que me permitirán entrar en su maravillosa empresa—hablo sutilmente manteniendo un tono de voz alegre y honesto seguido de una buena postura y asentimiento.

Ya visto de cerca poseía unos rasgos marcados, no eran demasiado masculinos pero a su vez poseía una clara vibra juvenil bastante entusiasta. Era un joven. Mucho para lo que estaba acostumbrado a verse. A de tener al menos unos 20 o 23 años de edad. Era bastante atractivo además de cordial y educado, poseía una aura… Extraña… Algo dentro de mi decía que había visto algo así antes.

—. Muy bien caballero, por lo que veo posee una gran confianza. Así que ¿Podría hablarnos, sobre cómo su empresa podría sernos de ayuda—hablo un hombre canoso pero formalmente vestido cerca de Amber.

El señor Arlen es uno de los ejecutivos más antiguos de papá. Suele ser bastante rudo de llevar.

—. Pido disculpas. Pero siento que esa información deben poseerla ustedes. Pues el correo electrónico solicito nuestros servicios—hablo el joven con total confianza y seguridad.
Me acomodo en mi silla mientras intento contener la risa, Arlen mostró una mueca en señal de claro descontento, el joven solamente sonrió en señal de diversión.

—. Continuando con la exposición. Como ya saben nuestra empresa destaca en su mayoría por la gran influencia nacional que poseemos. Desde arreglos y videoclips para las semana de la moda. Hasta promociones en video musicales y publicitarios de grandes marcas.—contesto tranquilo mientras la pantalla junto a él se iluminaba con diferentes promociones y materiales de apoyo.

Oímos por unos diez minutos sobre lo beneficiosos que podían ofrecer. No sin antes resaltar que tenían ya una que otro idea para promocionar la aerolínea y mejorar su eficiencia. Los demás miembros de la sala de juntos oían bastante complacidos mientras que mi móvil dio un pequeño zumbido y lo tome en silencio para revisar.

Te tengo una mala noticia… Bueno… Eso creó. Tiene que ver con el chico de la junta” Leila.

Miro confundida la pantalla pensando un poco que contestar, normalmente Leila le suele importar poco las reuniones. La curiosidad me ataca un poco así que tecleo una respuesta. Hasta que una pregunta de los presentes llamó mi atención.

—. Disculpe joven. Pero apenas he notado que aun no a dicho su nombre.

—. Mil disculpas. Perdonen mi falta de formalidad. Fue un grave error de mi parte. Mi nombre es Cristóbal Buenavista. Un placer.
Al terminar de oír esas simples palabras mi mundo se vino abajo, al igual que todo de mi misma

Un secreto en ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora