Narra Cristóbal
Recién terminó de arreglar mis cosas en la habitación del hotel donde me hospedare los siguientes días, hace una o dos horas que bajamos del avión, Reinaldo decidió acompañarme. Puede que parezca muy tranquilo, pero el espíritu y aura de turista es más que palpable.
-.No está nada mal, la señora Alina parece estar empeñada en los lujos-habla Reinaldo mientras mira el ventanal de la suite.
-. Algunas personas son así, es cuestión de costumbre-contesta Cristóbal mientras pone algunas de sus prendas dentro del armario.
Le insistí a mi tía que podíamos quedarnos en un lugar más simple, pero como era de esperarse no me escucho y nos designó a un hotel de cuatro estrellas en la zona céntrica de París.
Sin embargo me parece increíblemente acogedor, no es nada asfixiante ya que consta con una estructura hermosa semejante a las que caracterizaban la era victoriana. La madera barnizada y los ornamentos de estilo clásico me hace sentir en uno de los múltiples libros que suelo leer, hay grandes detalles como dos duchas automatizadas al igual que puertas y luces activadas por voz. Un punto bastante medio entre la belleza clásica y la era moderna.
-. ¿Algunas expectativas? Hace mucho que no te veo tan relajado-pregunta Reinaldo apoyado en la puerta de la habitación.
-. No del todo. Solamente estoy seguro de mi mismo, espero que las personas con las cuales conversaremos posean un buen dominio del español. Aunque si no es así tengo buen manejo del francés-explica Cristóbal mientras entra a la ducha junto a su toalla.
-. Vamos. Estamos de vacaciones no lo olvides, después de la junta sería bueno pasear un rato. Después de todo no debemos estresarnos de más-habla Reinaldo el cual se recuesta en la cama mientras.
El agua caliente lava mi cuerpo mientras múltiples chorros salen de diferentes direcciones de la ducha. Siento como destensa mis músculos para dar paso a una gran sensación de paz y tranquilidad, sería mejor sin tener a Reinaldo hablando del otro lado de la puerta.
-. Recuerda que parte de las prioridades de este viaje se trata sobre ayudar a la tía Alina-resalta Cristóbal desde la ducha.
-. Lo se. Pero tendremos cuatro días aquí, que nos divirtamos un poco no es una mala idea-bufa Reinaldo mirando su celular con el que luego toma una fotografía.
-. La reunión será en una hora, después de comer nos preparamos para ir. Al salir podremos hacer algo distinto-responde Cristóbal mientras sale de la ducha con su toalla puesta y otra más pequeña que usa para secar su rostro.
-.Me parece bastante bien. Sonríe-exclama Reinaldo para tomarle luego una foto a Cristóbal-.Esto le va encantar a Elizabeth.
-. Hey. No ves que estoy desnudo imbécil-se queja Cristóbal mirando a su mejor amigo.
-.Vamos no exageres, no es que fuera a ponerla en mi Instagram o algo así. Aunque quizás venda un poco el hecho del psicólogo sexy-bromea Reinaldo mientras mira a su compañero.
-. Aja. Sobre todo pendejo, se que mi físico a mejorado pero no tanto-rueda los ojos Cristóbal mientras toma su ropa interior y entra a la ducha para vestirse.
Miro mi reloj y son las 9:34 AM, ladeó un poco la cabeza mientras hundo la cuchara dentro de la taza de café, Reinaldo está conversando plácidamente con una de las chicas de la barra, parece tener un buen dominio del español. Es eso o simplemente está adivinando lo que le está diciendo.
Mi móvil suena y observo la pantalla. El sobresalto que tuve que efectuar casi hace que derrame el café y voltee la mesa.La secretaria de la directora de la empresa a la que iré acaba de contactarse conmigo para decir que la reunión se adelantará hasta las 10:00. Corro hasta la barra y tomo a Reinaldo por la camisa y tiro de el en dirección a la puerta. Puede que sea mucho más fuerte que yo pero los nervios me dan puntos extra.
-. ¿Qué mierda te pasa? Estaba a punto de conseguir su número-se queja Reinaldo mientras se arregla la camisa.
-. No hay tiempo de eso. Mira esto-habla Cristóbal nervioso mostrándole la pantalla de su móvil.
-. Como vez no hay tiempo qué perder. Ahora arranca el auto y vámonos de aquí.
Reinaldo palidece de momento pero en un segundo ya estamos en circulación. Por desgracia olvide que mi mejor amigo tiene algo de Merideño. Y el GPS no hizo más que confundirlo. Aún así con ayuda de ciertas indicaciones (Y varios de mis gritos) logramos llegar a la empresa.
Estacionamos justo frente al lugar. La belleza del edificio adornado con paneles de cristal me deslumbra un poco. Ver cómo esta empresa tan desarrollada mantiene una cede que, a pesar de los lujos. Muestra una atmósfera tan cálida es impresionante.
Pasamos las puertas y logramos ver la gran cantidad de movimiento. Al menos unas cien personas iban de aquí para allá en varias direcciones, dentro en ciertas parte habían zonas de descanso. En las cuales se centraban hermosos muebles de lo que parecía ser terciopelo a juego con los colores del lugar, así como pequeñas mesas de cristal.
Reinaldo y yo nos sentamos en una de ella y vi nuevamente el reloj. 9:50. Aún temprano, Reinaldo lamentando el caso estaba poco preparado, llevaba una camisa de manga larga de color negro y líneas laterales blancas, junto a un pantalón de color negro. Yo por otra parte preferí estar un poco más preparado, el chaleco de algodón de color negro caía sobre mis hombros mostrando apenas el interior de una camisa simple de color blanco, una corbata de color ciruela adornaba la abertura y más abajo pantalones ajustados de color azabache cerraban el atuendo, el calzado. Sencillo, simplemente zapatos de vestir formales.
-. ¿Nervioso, amigo mío?-ríe Reinaldo empujando con el hombro a Cristóbal.
-. No bromees, estaré rodeado de ejecutivos de una empresa que está cada vez más cerca de volverse internacional. Saber que desean trabajar con nosotros solamente hace que la presión sea peor. Por ahora... Solo quiero tomar el ascensor y esperar que todo salga bien-habla Cristóbal para luego suspirar y ver en dirección al ascensor.
-. Pues amigo mío. Ya es hora-contesta Reinaldo mirando su móvil.
Asiento con la cabeza y me despido de Reinaldo. Dijo que se quedará esperando, que puede que de una vuelta con el auto. Pero le insistí en que mejor camine no termine perdiéndose.
Subo al ascensor corporativo donde tengo la compañía de unas tres personas más. Veo que uno de ellos, una joven de melena ondulada y piel trigueña pulsa el botón del piso al que voy. Ya es hora. El momento de brillar.
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Un secreto en Paris
RomanceLa vida de Amber Di Giacomo y Cristóbal Buenavista se convirtió en un evento inesperado el cual desató una gran oleada de emociones nunca antes conocidas por ninguno de ellos, después de vivir las mejores 24 horas de sus vidas estos se ven envueltos...