Hong

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SeungKwan alzó su mano desde su sitio, mordisqueando su labio inferior en un reflejo nervioso o quizás ansioso, sabía que no debía hacerlo porque él siempre le decía que no debía lastimar sus bonitos labios, provocándole un sonrojo por el cumplido...

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SeungKwan alzó su mano desde su sitio, mordisqueando su labio inferior en un reflejo nervioso o quizás ansioso, sabía que no debía hacerlo porque él siempre le decía que no debía lastimar sus bonitos labios, provocándole un sonrojo por el cumplido entre las palabras, pero ahí estaba otra vez sin poder controlarlo.

Sus ojos se movieron inquietos, revoloteando al rededor de la sala de clases, observando los rostros de sus compañeros y notando que todos ellos parecían atentos a la clase a diferencia de él mismo que realmente no veía importancia en escuchar las aburridas palabras ─Profesor─ Llamó y finalmente el hombre detuvo el movimiento de su mano escribiendo, volteando a prestarle atención y abandonando la tiza que arrastraba sobre la vieja pizarra para dejarla sobre su escritorio.

─Si, Boo─ Habló el profesor, manteniendo sus dedos sobre la página del libro en su mano para no perder el texto que había estado leyendo a la clase.

─Uh... tengo que ir a la biblioteca─ Dijo, bajando su mano lentamente para apoyarla sobre su escritorio y tomar su lápiz, moviendolo entre sus dedos ─Es por un encargo─ Agregó después.

El hombre lo observó, quizás analizando sus facciones en busca de descubrir alguna mentira, pero SeungKwan era un niño bastante transparente a ojos de todos en realidad por lo que el profesor no dudó demasiado en aceptar y con un leve asentimiento, le permitió salir, indicando con un gesto la puerta para luego voltearse hacia la pizarra y volver a sostener la tiza entre sus dedos.

SeungKwan suspiró y a paso lento caminó hasta la puerta, ignorado los ojos curiosos de sus compañeros sobre él y en poco tiempo se encontró a sí mismo sólo en el largo pasillo y apresurando el paso, siguió su camino hasta ver la antigua biblioteca que estaba bastante apartada de las salas de clases y los demás espacios destinados para los alumnos, sin embargo, en lugar de detenerse ahí, continuó, saliendo del establecimiento hasta llegar al bonito jardín rodeando el sitio, dejando a sus ojos vagar entre la variedad de flores allí para luego dirigirse a la capilla construida especialmente para la escuela, acomodando su uniforme mientras alzaba su vista a las grandes columnas en forma de pilares ubicadas en el lugar antes de decidirse a entrar.

La atmósfera era tranquila y silenciosa como de costumbre, lo usual sería ir allí en compañía del profesor a cargo y en el horario establecido por lo que en esos momentos se encontraba totalmente vacío a excepción de él, claro. SeungKwan caminó por el estrecho pasillo, observando la luz filtrandose en el vitral y reflejandose en las coloridas figuras que ahí se formaban y que siempre habían llamado su atención.

Al final del pasillo, un altar capturó su atención y la imagen religiosa en el lo atrajo, guiando sus pasos hasta allí y mirando con atención la escultura, llevó sus dedos al rostro tallado para rozarlo con cuidado y acariciar el manto sobre este. De pronto el crujir de la vieja madera a sus espaldas lo sobresalto, pero fingió no notarlo, extendiendo su mano hasta la cruz sobre el retablo que adornaba el altar, la madera otra vez provocó ese ruido al crujir y ahora una mano reposaba sobre su cintura, haciendo que una sonrisa curvará la esquina de su boca.

─No dijiste que vendrías─ Habló él con su inconfundible voz, poniendo los sentidos de SeungKwan en alerta como cada vez que sentía su presencia así de cerca.

SeungKwan se vio obligado a dejar de contemplar el arte ante él, volteandose a enfrentar al hombre ─¿Debía hacerlo?─ Preguntó con voz suave, moviendo sus ojos desde la oscura túnica hasta el rostro del más alto.

─¿Qué excusa usaste para venir aquí?─ Sonrió con diversión él, afirmando su agarre sobre la curva en el cuerpo de SeungKwan para alzar su mano libre y rozar con la punta de su dedo el labio maltratado, haciendo una mueca al ver las magulladuras en una esquina.

SeungKwan levantó su mano, acariciando el pecho del hombre para luego sostener el crucifijo colgando de su cuello ─Mi profesor piensa que estoy en la biblioteca─ Murmuró y el hombre río.

─Te convertirás en un mentiroso─ Señaló él y SeungKwan formó un puchero.

─A Dios no le gustan los mentirosos...─ Recordó SeungKwan, moviendo su dedo índice para trazar formas sobre el pecho del mayor ─¿Pero y a usted, padre Hong?─ Habló en un susurro sugerente.

Joshua frunció el ceño, arrugando sus cejas ante la provocación, la boca de SeungKwan se curvo en una sonrisa inocente mientras envolvía entre sus delgados dedos la cruz que portaba ─A mi tampoco─ Contestó finalmente, consiguiendo que los grandes y redondos ojos del niño ahora lo observen directamente ─Y como servidor de nuestro Señor es mi deber hacerte entender cuán mal esta mentir─ Explicó, moviendo su mano desde la cintura del niño hasta su espalda baja.

SeungKwan hizo un puchero ─¿Va a castigarme?─ Preguntó con voz infantil.

─Si eso es lo que necesitas para arrepentirte...─ Dijo Joshua, levantando la camisa fajada en el pantalón del menor para rozar la cálida piel con su mano y sostenerlo en sus brazos ─Pero no es un castigo si lo disfrutas, SeungKwannie─ Agregó con advertencia en su voz.

SeungKwan tembló en su agarre, sonrojandose por la interpretación que su mente ya no tan inocente le dio a las palabras ─No tengo algo de que arrepentirme y tampoco disfruto de sus castigos─ Contestó SeungKwan, tirando del collar para obligar al sacerdote a inclinarse a su altura.

El hombre alzó una de sus cejas con diversión ─Entonces, ¿por qué insistes en comportate mal?─ Cuestionó en un susurro, demasiado cerca del tierno rostro y el niño se retorcio entre sus brazos mirándolo con falso disgusto.

─Pienso que usted lo disfruta más─ Murmuró SeungKwan, la rodilla del sacerdote se estaba abriendo paso entre sus muslos y fingió resistirse, juntando sus piernas con fuerza.

Joshua sonrió y empujó al niño con cuidado hasta la pared junto al altar, presionando su espalda contra la pared, tan blanca e inmaculada, pero que al mismo tiempo ya había sido manchada tantas veces y es que entre esas mismas paredes había robado la inocencia de SeungKwan. Eliminando ese pensamiento de su mente, sonrió, lamiendo su labio inferior al ver al niño descender su vista hasta su boca y empuñar la tela de su túnica negra entre una de sus manos, tirando de él para acercarlo más, SeungKwan lucía ansioso y era adorable verlo esperar por algún movimiento ─Cariño, ¿no llevas ya mucho tiempo aquí?─ Habló suavizando su voz.

SeungKwan negó ─Nadie lo notará, sólo... unos minutos más─ Pidió tirando del crucifijo colgando de la cadena en el cuello de Joshua y no se quejó, él le permitiría al niño hacer lo que guste y al parecer ya tenía algo en mente, SeungKwan en un movimiento rápido, tiró más del hombre hasta acercarlo lo suficiente para chocar sus labios de forma descuidada y finalmente unirlos en el beso que tanto ansiaba, suspirando en la boca del sacerdote con satisfacción.

SeungKwan era un niño adorable, incluso desde el primer momento Joshua lo notó y a pesar de la forma en que su relación se tornó, dando paso a algo que nunca debió ser, él seguía desprendiendo la misma aura cálida y brillante, era algo hermoso de apreciar. Sin embargo, una vez SeungKwan se marchaba y se encontraba en la completa soledad de esas paredes Joshua se confesaba a Dios, pidiendo perdón una y otra vez por su pecado, por manchar a ese niño.

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| 𝒂𝒅𝒐𝒓𝒆 𝒖 | ˢᵛᵗ ♡'𝐬 ᵇᵒᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora