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La hora dedicada para el coro estudiantil había acabado y como ya era habitual, Joshua se despidió de cada uno de los niños con una sonrisa amable, esperando a que todos ellos se marcharán al patio para tener un corto receso y luego reanudar el resto de sus clases con los otros profesores asignadas para ese día. El padre Hong con sus manos tras su espalda, inclinó su cabeza en una leve reverencia cortes, llevando su mirada después hasta el vitral adornando la capilla y una sonrisa se formó en sus labios al ver la luz reflejarse sobre la colorida imagen de Cristo. Soltó un suspiro y caminó hasta su escritorio, dispuesto a continuar la lectura que había sido interrumpida por el grupo de alumnos que visitaron el lugar.
─Hola─ Oyó de pronto una vocecita y con sorpresa alzó su vista, pero no encontró a nadie.
─¿Hola?─ Preguntó Joshua confundido, dejando el libro sobre el escritorio frente al que había tomado asiento.
─Hola─ Escuchó otra vez por respuesta, la palabra acompañada de una adorable risa infantil y de pronto sintió algo tirar de su túnica por lo que ya curioso, se inclinó bajo el escritorio, alzando sus cejas cuando encontró a un niño bajo la mesa.
─¿Qué haces ahí?─ Cuestionó fingiendo un tono de reproche, Joshua creyó que todos los miembros del coro estudiantil se habían ido, sin embargo, ahí continuaba Boo SeungKwan ─El receso acabará pronto y supongo que tienes una clase a la que asistir─ Recordó.
El niño de trece años formó un puchero, encogiendose en el suelo bajo la mirada del adulto ─Ya lo sé, padre... me estoy escondiendo, no quiero ir a clase─ Explicó y de pronto vio al niño gatear para intentar salir de bajo del escritorio. Joshua desvío la mirada enseguida.
─¿Y porqué no quieres ir a clase?─ Preguntó el hombre, retrocediendo su silla para permitirle la salida mientras fijaba su vista sobre algún punto sobre la pared.
─¡Tengo un examen y lo odio!─ Contestó en un quejido el niño.
─Tus profesores dicen que eres un buen alumno─ Comentó Joshua.
─Oh, ¿usted ha preguntado por mí?─ Preguntó SeungKwan curioso, inclinándose sobre Joshua para tomar el libro abierto e inspeccionarlo con una mirada seria.
─En realidad, he preguntado por todos los chicos del coro─ Sonrió el sacerdote, pero mintió. Joshua siempre había sentido por algún motivo cierta curiosidad por el niño, quizás su sonrisa fácil, su actitud infantil y su voz encantadora eran el motivo.
SeungKwan asintió y atrajo una silla para tomar asiento mientras parecía leer el libro ─¿Cuál es su nombre, padre?─ Quizo saber.
─¿En serio no lo sabes?, vienes aquí a menudo─ Rió Joshua. SeungKwan formó un puchero y negó ─Mi nombre es Joshua Hong─ Respondió.
─Oh, ¿es usted extranjero?─ Habló ahora con interés el niño. Joshua asintió ─¿Y qué hace aquí en corea?─ Cuestionó.
El sacerdote movió sus manos, frotandolas entre ellas y en un gesto inconsciente, recorrió con su lengua su labio inferior para luego aclarar su garganta ─Sólo... sólo quería conocer este lugar, mis padres hablan mucho sobre el pueblo en el que nacieron─ Respondió intentando sonar seguro para no evidenciar su obvia mentira, pero el niño a su lado no podría notarlo pensó por lo que él no debía ponerse nervioso.
