𝐒𝐓𝐈𝐋𝐋𝐇𝐄𝐓 || Dicen que la palabra es un arma, por eso el silencio es un escudo
【 Todos tenemos miedo a
algo, Astlyr, a que suceda
lo mismo que en el pasado.
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|| El silencio otorga, la sonrisa confirma y la mirada habla ||
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Abrió sus ojos somnolienta para ver la figura de Emma frente a su cama, ella tenía sus ojos escondidos en su cabello anaranjado. La castaña se sentó en su cama restregando sus manos en sus ojos, luego algo más despierta se levantó de esta y tomó un fósforo para prender las velas de su candelabro.
Después de eso, tomó una pequeña libreta que tenía en su mesa de noche junto a un lápiz para poder escribir, era un poco molesto todo el proceso que debía de hacer, pero sabía que Emma vino a ella por alguna posible pesadilla.
—¿Quieres contarme? —. Fue lo que escribió, la menor negó sentándose en la cama de la ojidorada.
La mayor la miró seriamente para cambiar a un rostro amable, sonrió levemente para abrazar a la niña quien le devolvió el abrazo sollozando en el hombro de su hermana. Astlyr masajeó la espalda de la niña de once años tratando de recostarla en la cama, agradeció que esta fuera grande.
Emma se acostó en la cama mirando los movimientos de su hermana quien ordenó su mesa de noche, apagaba las velas del candelabro para dejar la habitación a oscuras.
Astlyr se acostó en la orilla de la cama, ya que, Emma estaba para el lado de la pared, esta cerró los ojos cuando la mayor empezó a acariciar suavemente su cabeza. En ese momento, la anaranjada se sintió protegida, entre las frazadas y mimos de su hermana mayor, se sintió algo mas segura con el hecho de querer escapar de este orfanato.
Astlyr antes de dormirse, observó la hora y suspiró. Volvió a despertar mas tarde a las cinco de la mañana, a su lado Emma estaba durmiendo tranquilamente, ella se sentó cuidadosamente en la cama y se levantó acomodando las mantas para la ojiverde.
Buscó ropa limpia en su armario para salir de la habitación e ir a los baños, pero las respiraciones entrecortadas de alguien la detuvo en su camino, observó el cuarto de niños y frunció el ceño.
Entró en silencio para buscar al causante de eso, se acercó al albino con la intención de despertarlo, este abrió sus ojos de forma rápida y asustada, lágrimas rebeldes caían de su ojos y su respiración era acelerada.
