Descendientes de los perdidos

capítulo 11

Gîltass parpadeó sus ojos llenos de agua, haciendo que se desborde y derrame por su rostro mientras sostenía en su compostura por la piel de sus dientes. Si bien deseaba poder permitirse el lujo de un colapso; en este momento , tenía que concentrarse en el pequeño bulto, llorando en sus brazos mientras Marcaunon dejar que el conjunto de Imladris saben de su dolor desgarrador. Solo habían pasado tres muy cortos años desde la muerte de Arador , y ahora, descubrir que Arathorn II también había muerto, dejando atrás a su esposa y su hijo de dos años , era casi más de lo que su amado ahijado podía soportar.

          Hace tres años, habían llegado informes a Imladris de que los cazadores estaban desapareciendo y los pocos que vivían en esa zona habían desaparecido; sus casas destruidas y sus pertenencias que faltan o simplemente de plano destruidos. Arador estuvo de visita durante ese tiempo y así escuchó los primeros rumores de las misteriosas desapariciones. Y aunque solo planeaba quedarse unos días antes de regresar a casa con su familia, esos pocos días se convirtieron en varias semanas cuando se enviaron exploradores , solo para que un pequeño puñado de ellos no regresara en las fechas programadas.

          El hombre de 110 años, que apenas se acercaba a la mitad de su vida como los Dúnedain contaban así y, por lo tanto, estaba en la flor de su vida, no oiría palabras en contra de su salida a buscar cualquier rastro de la exploradores y, por lo tanto, partieron solos, ya que todos los que podrían haberlo acompañado no pudieron: Gildor se había ido para visitar Mirkwood y hablar con el rey Thranduil cuando unos débiles susurros habían llegado a Imladris sobre la oscuridad en los bosques antiguos que comenzaban a agitar y agitar y engendrar y crecer, Glorfindel estaba liderando a varios de los mejores guerreros como escolta para Arwen que viajaba a Lothlórienpasar algunos años visitando a sus abuelos, Lord Celeborn y Lady Galadriel , como lo hacía periódicamente, y la mayoría de los exploradores estaban fuera cuando la actividad de los orcos y los goblins comenzaba a aumentar, dejando solo a los pocos que habían regresado de Coldfells para ayudar , y necesitaban algo de tiempo para recuperarse. Elladan y Elrohir deseaban acompañarlo ; sin embargo, con tantos otros desaparecidos, fueron puestos a cargo de la seguridad de Rivendel y, por lo tanto, no pudieron ser combatidos. Y aunque discutieron ferozmente con Arador, suplicándole que esperara sólo una semana hasta que los pocos exploradores que habían regresado se recuperaran y descansaran lo suficiente como para ser su respaldo, no esperaría y partió.

          Pasaron varias semanas y los que esperaban ansiosos dentro de la Última Casa Familiar no habían llegado ni susurros ni noticias sobre Arador y los exploradores desaparecidos. Gildor finalmente había regresado de Mirkwood , y después de entregar su informe a Elrond y Erestor , se asoció con Elladan para buscar noticias de los desaparecidos. Después de dormir bien por la noche, Gildor y Elladan pasaron el día conversando con el único par de exploradores que quedaban, ya que el resto había sido enviado de regreso. El día siguiente se dedicó a la planificación,A Gîltass se le permitió sentarse mientras Elrorhir , Elladan y Gildor revisaban mapas de la zona y debatían si sería mejor montar o si los caballos debían dejarse atrás . Por la noche, habían llegado a un acuerdo sobre lo que se debía hacer y se dispusieron a reunir los suministros necesarios y llevarlos a los establos donde los estaban reuniendo; habiendo decidido que la velocidad que les permitirían las monturas superaba los inconvenientes. Marcaunon preparó un botiquín de emergencia para ellos bajo la atenta mirada de Lord Elrond , complacido que pudo hacer algo para ayudar a la pareja.

          A la mañana siguiente, temprano, Elrohir se quedó en las puertas, viéndolos salir, con una mano agarrando con fuerza el delgado hombro de Marcaunon mientras el joven se inclinaba cómodamente a su costado y la otra flexionando convulsivamente alrededor de la empuñadura de su espada mientras colgaba a su costado. Mientras los dos cabalgaban hacia las brumas de la madrugada que se aferraban alrededor del valle con su abundancia de agua, Marcaunon tomó un suspiro tembloroso que estaba a solo un paso de ser un sollozo antes de girarse y enterrar su rostro sólidamente en los músculos ágiles de Elrohir. pecho.