Dime "Te amo" - [Namjin]

Capítulo 13 - Resilencia

Y ahí, viéndolo de cerca. Namjoon notó que él doctor tenía más años encima de los que parecían a simple vista. En las esquinas de sus ojos tiernos, habían algunas líneas de expresión que no debían estar ahí. Alrededor de su boca de corazón cuál manzana carmín, habían pequeñas marcas de todas las sonrisas y muecas que había hecho.

Y entonces, algo en los ojos de Hoseok brilló al verlo. Una melancolía inundó sus orbes y de repente parecía tan triste y dolido. Extendió dubitativo su mano y acarició la mejilla de Namjoon, tristeza deslizándose de la yema de sus dedos temblorosos mientras dejaba una estela de caricia desde su pómulo hasta la línea de su mandíbula.

Entonces sonrió de lado, sus labios como curvas del mar, como si no pudiera controlar la verdadera cara de la sonrisa que intentaba expresar con dificultad.

Namjoon frunció el ceño y su león observó confundido al hombre. Olfateo, pero no encontró más que el aroma a fresas, sin embargo aquellas fresas en realidad parecían demasiado... Era más un perfume que un aroma natural.

—¿Quién eres?— Preguntó Namjoon. —¿Qué eres?.

Si fuera alfa, tendría aromas fuertes y dominantes. Si fuera beta, tendría aromas suaves y calmados, como una ventisca de otoño. Y si fuera Omega, tendría aromas dulces y picantes, llamativos. Pero curiosamente, Jung Hoseok parecía no tener ninguno, más que aquel aroma falso que se aplicaba.

—No puedo cambiar.—Fué todo lo que dijo y lentamente se apartó, Namjoon lo dejó, soltando con cuidado sus garras de la bata del doctor.

Sus orejas de leopardo se movían en su cabeza, con una leve inclinación que expresaba tristeza. Su larga cola colgaba sin ánimo alguno, recta y sin emoción.

—¿Cuál es tú nombre?

—Namjoon, Kim Namjoon.

Hoseok apretó los dedos y bajó la mirada, una lágrima deslizándose por su mejilla. —Has crecido bien.

El recuerdo de un campo extenso repleto de claveles rosas y la lluvia que golpeaba sus pétalos con fuerza, llenandolos de rocío inundó su mente. Su garganta apretada con un sollozo que inevitablemente escaparía por todos los secretos que guardaba en su corazón, en su mente y en sus manos.

—¿Que haces ahí? Enfermaras.
—Preguntó un joven Hoseok en la puerta de la casa de madera en la que vivía. Era granjero y de sus brazos colgaban las tiras del Jean con overol que portaba.

—Es solo lluvia.— Se encogió de hombros un joven alfa, su negro cabello empapado sobre su frente mientras se acercaba.

—Toma.—Hoseok le extendió amablemente una taza de café, antes suya.

Él alfa sonrió brillantemente
—Gracias. — Después de un sorbo, preguntó —¿Cómo te llamas?

—Hoseok, Jung Hoseok.