11. Drapetomania

590 67 56
                                    

"Un impulso abrumador de huir."

Damián.

—¡Tres!

No sabía qué mierda estaba haciendo. Y realmente me asustaba aunque no quería hacerlo mostrar. Nunca en mi vida había salido corriendo de un agente de policía, había hecho cosas, no muy buenas, pero nunca me había ocurrido algo así, aunque en gran parte este en concreto no me preocupaba tanto, pues le llevábamos bastante ventaja, el señor estaba ya a unos largos metros detrás nuestra, intentándonos perseguir. La situación era bastante graciosa, no lo iba a negar.

Me estaba quedando sin aire, y me costaba respirar. Ya llevaba unos días así, pero no le daba importancia, ni se la daré. Pero no me importaba, estaba disfrutando, y esta maldita enfermedad no me lo iba a estropear.

Pero mientras estaba dando toda la fuerza posible para llevar las ruedas de mi silla, veía a Marina. Se estaba riendo, mientras trataba de coger todo el aire posible para seguir corriendo y no quedarse parada. Había muy poca luz en aquella zona, y podía ser posible que nos pudiésemos caer, pero no me importaba.

Era divertido verla así, estaba con la boca entreabierta, moviendo su corto pelo azabache de una lado a otro. Miraba de vez en cuando hacía atrás para ver dónde estaba el señor, y seguidamente volvía a mirar al frente para seguir corriendo.

—Joder, me va el corazón a mil —intentó decir Marina con el aliento entrecortado.

Hace años que no sentía esta sensación. ¿Adrenalina? Tal vez. Me sentía libre, aunque bueno no del todo porque había un agente de policía persiguiéndonos, pero esa sensación de poder respirar aire puro, no el olor asqueroso de hospital, poder ver las estrellas, encontrar a alguien que te entienda y que se quede contigo, ser tú mismo, es un tipo de libertad que muy pocos conocen. Y me sentía muy privilegiado por sentirlo. Esa noche me sentía vivo y no necesitaba dinero para eso.

—¡En cuanto os pille, os vais a cagar, mocosos! —gritó el agente de policía a unos metros detrás nuestra.

Marina y yo como respuesta volvimos a reír, tenía una risa preciosa, algo contagiosa, pero era muy bonita, era un tipo de melodía que no podría dejar de escuchar, y seguidamente le volví a mirar por unos pocos segundos, era tan sencilla, pero a la vez tan única que me gustaba.

Mi corazón bombeaba con tanta fuerza que incluso llegué a pensar que me desmayaría, pero me daba igual, todo en ese instante me daba igual. Sentía cada pedazo de mí después de mucho tiempo. Mi alma no estaba escondida, dejé que se liberase por cada segundo que pasaba.

Eché tanto de menos esa sensación que apenas era consciente de lo difícil que era recordar lo que me hacia feliz.

—¡Damián, por aquí! —gritó Marina, señalando un pequeño escondite, donde se encontraban varios arbustos, miré donde estaba el agente de policía y parecía que lo habíamos perdido, hasta que veo que comienza a apuntar con la misma linterna que nos dejó ciegos antes.

Seguidamente Marina toma los manillares de mi silla, y me arrastró hacía su escondite.

—¿Eres tonto? Si te hubieses quedado más tiempo nos hubiese visto —susurró Marina, con un cierto tono enfadado. Era graciosa verla así. Sus ojos me miraban con atención y era increíble esa sensación que me transmitía con solo su mirada. Descubrí que Marina era de esas personas que nunca te cansabas de conocer, que tanta curiosidad te causaba que no quería dejar de soltarla.

De repente comencé a toser, intenté que no se notase, para que Marina no me preguntase nada. Estaba cansado, había llevado con tantas fuerzas la silla que mis brazos se caían inconscientemente, mi cuerpo se sentía como en una nube, era una sensación muy extraña, pero que me gustaba, me podría incluso volver adicto a ella. Nos escondimos detrás de los arbustos, donde estábamos bastantes seguros, pues era imposible que nos pillase.

La habitación de enfrenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora