25. Idílico

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"Que es perfecto, utópico y produce bienestar físico o anímico. "

Martes, 29 de diciembre de 2020.

19:00

—Ya te estoy diciendo que no podré verte hoy, Damián —suspiré dejando que un humo de vaho saliese de mi boca. Era bastante divertido pues parecía que estaba fumando aunque no era así.

No seas tan infantil. Diría mi madre en esos momentos.

—¿Ni cinco minutos? —puso un tono aniñado esperando a que cediese.

—Te dije que podías venir a la fiesta.

—Pero Esther grita mucho...Además, ¿qué hace un tío en silla de ruedas en una fiesta de una facultad que ni conoce?

Era cierto.

Apenas me quedaban 5 minutos para llegar y ya notaba un cierto quemazón en mis piernas. Tenía mil y un vídeos guardados en YouTube de ejercicio en casa, para poder ver cuando tuviese tiempo y ganas...¿El problema? No tenía tiempo ni ganas.

Me llevé toda la mañana intentando organizar los exámenes y trabajos que tenía. Y si ya eso no era suficiente tenía que añadirle las recuperaciones. Porque sí, había suspendido una estúpida asignatura de una antipática profesora apunto de jubilarse.

No tenía ni la más remota idea del porqué me estaba dirigiendo hacia la fiesta. Sabía que no me gustaba y de nuevo encontrarme con toda la panda de adolescentes con mentalidad de un crío de 4 años hacia que prefiriese dar media vuelta y encerrarme en casa. Pero aún así no podía hacerlo.

Mis padres tenían pensado hacer un "maravilloso" viaje hacia el pueblo de mi familia materna, para poder visitarlas en estas fechas de navidad. En ella me volvería a encontrar con todos mis primos y mi abuela. No es que me caigan mal ni mucho menos, pero tener encima a unos críos dando vueltas a mi alrededor y unos abuelos dándome besos en toda mi cara recordándome que necesito un novio para que se me quite la cara de amargada, no era algo que me apeteciese en esos momentos. Por lo tanto la excusa de " Tengo que estudiar" y el de "Tengo una fiesta muy importante de la facultad" sirvió lo suficiente como para que esta mañana se fuesen mis padres junto con mi hermana y me dejasen en casa sola durante todas las vacaciones de navidad.

Podría estar ahora mismo acostada en mi habitación viendo cualquier serie de Netflix, pero mi madre no confiaba del todo en mi y me obligó a que me hiciese una foto cada hora para saber donde estaba.

¿Es algo desconfiada mi madre?

Sí.

No dudé por un segundo en llegar a la puerta de la fiesta hacerme tres o cuatro borrosas fotos que ni saldrían bien por el temblor de mi manos e irme a mi casa.

—¿Ladrona? —preguntó Damián a través del teléfono.

—Sigo aquí.

—¿Cuánto te queda para llegar?

Quité el móvil de la oreja para ver el GPS.

—Menos de 5 minutos.

—Bueno, tú sigue hablándome.

La habitación de enfrenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora