9. Ukiyo

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"Olvidarse de la preocupaciones y vivir el presente."

Domingo, 27 de octubre de 2020.

13:09.

Estaba harta de estudiar, todo consistía en memorizar palabras y más palabras en mi cabeza que ni llegaba a entender del todo y que en dos días finalmente se me iban a acabar olvidando. Cerré los ojos rendida de haberme pasado toda la mañana estudiando y justo cuando tomé una bocanada de aire, por mis fosas nasales entró la comida que estaba haciendo mi madre. Tiré los apuntes a la cama y dejé todo mi escritorio libre, para finalmente tomar mi móvil y ver los mensajes que tenía.

Ningún mísero mensaje, todo vacío. A excepción de Esther que me preguntaba por la tarea, cómo estaba mi tía o simplemente porque David le ha hablado para quedar.

Como no.

Justo antes de contestarle comencé a escuchar una melodía saliendo de mi móvil, indicándome que alguien estaba llamando. Me quedé extrañada al ver que no tenía agendado ese número de teléfono.

—¿Qué?

Pasé dejar unos segundos para que la llamada acabase, no pretendía cogerlo, pero cuando quise empezar a escribirle a Esther, de nuevo volvieron a llamar, con el mismo número. En ese instante hubo un impulso en mí que hizo que descolgase la llamada. Llevé el móvil al oído con un cierto temblor inexplicable.

—¿Quién es?

—Tú futuro novio —bromeó. Era un voz masculina ronca, parecía que se acababa de levantar.

Rodeé mis ojos antes de hablar.

—Tienes que estar muy aburrido para estar haciendo estas tonterías y molestar —ataqué estirando mi espalda hacía atrás, dejando que sonase un pequeño crujido de ella.

—¿Te has levantado con el pie izquierdo, ladrona?

Un sensación extraña se apoderó de mi cuando supe que era él. Su voz dejó entrar por mis oídos y por un momento quise seguir escuchándole. Un remolino de emociones empecé a sentir en mi interior incapaz de explicar el porqué.

—¿Quién te ha dado mi número?

—Bueno, primero de todo buenos... —su voz sonaba alejada del móvil, como si estuviese viendo algo—...tardes.

—¿Buenos tardes? —solté una pequeña risa.

—Estaba viendo la hora tiquismiquis.

¿Por qué me sentía tan bien cuándo hablaba con él? Me callé por unos segundos tratando de analizar ese extraño sentimiento que sentía y me costaba analizar. Mordí mi labio inferior evitando sonreír, joder, eso ya estaba pareciendo una película adolescente.

—¿Me vas a decir quién te ha dado mi número, y por qué me estás llamando? —volví a preguntar.

Mientras que seguía con la llamada, comencé a recoger los apuntes de mi cama, y empezar a meterlos todos en mi mochila, para poder tener ya todo preparado para el día siguiente. El hecho de tener todo ordenado en mi habitación o cualquier sitio que estuviese, me hacía sentir cómoda. Con el móvil en el oído dejé caer la mochila al suelo, justo al lado de la puerta.

La habitación de enfrenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora