20. Inmarcesible

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"Que no puede marchitarse."

Sábado, 12 de diciembre de 2020.

16:40

—La hipótesis confirmada expone lo siguiente: la razón no es nunca pura; los sentimientos son importantes en la razón pero no quiere decir que la razón pierda importancia; y que la evaluación de los sentimientos nos permite proteger la razón de la debilidad que algunos de ellos nos provocan —repetía mientras leía mis apuntes—. Venga, Marina esto ya lo sabes.

Traté de tranquilizarme aún sabiendo que no iba a servir de nada.

Llevaba toda la tarde estudiando y mis ojeras lo podían delatar únicamente. Se acercaban los exámenes finales y eso significaba para mi no salir y quedarme todo el día estudiando. Era consciente de que necesitaba que me diese el aire o eso decía mi padre, pero realmente debía de seguir estudiando.

Ya estábamos en el mes de diciembre y eso significaba que quedaba menos para que llegase la Navidad. Esta es una de mis épocas favoritas del año y la idea de volver a montar el árbol me hacia cada vez más ilusión, como si fuese una niña pequeña. La Navidad siempre había sido para mí algo nostálgica, era cierto que se reúne toda la familia, pero aquellos que ya no estaban, no podían volver a ocupar aquel sitio que una vez fueron suyos. Pero eso no debía ser tan malo dentro de todo, pues esos sitios serán ocupados por nuevos familiares.

Durante estos años el espíritu navideño había ido desapareciendo de mi vida sin llegar a irse del todo, las noches se me hicieron más comunes y aburridas, sin nada que cambiar, pero tenía la sensación de que estas navidades iban a ser mejores que las anteriores. Tenía a Damián a mi lado y esta vez ya no tendría ninguna excusa para estar mal.

Una pequeña sonrisa salió de mis labios.

Sacudí mi cabello con las manos tratando de ordenarlo lo máximo posible, no tenía tiempo ni para peinarme y eso me fastidiaba mucho. Volví a llevar mi mirada hacia el folio que tenía enfrente de mi, buscando en que fragmento me había quedado.

Mi cabeza no paraba de dar vueltas y confundía algunas palabras por otras. El suave frío de diciembre hacia en esos momentos que quisiese acostarme para siempre en la cama.

Di un leve suspiro para seguir estudiando.

—La hipótesis confirmada expone lo siguiente... —me quedé durante unos segundos intentando recordar lo que estaba escrito en el papel tintado—. ¡Oh, joder! ¡No me acuerdo!

Rendida, inflé mis mejillas y me levanté de la silla, para dar vueltas de un lado a otro por mi habitación.

Tomé el móvil que estaba sobre la mesa de noche y torpemente miré si me había hablado alguien.

Nada.

Ni un mísero mensaje.

Por una parte no me extrañaba, Esther estaba también estudiando tratando de sacar como siempre la nota más alta mientras tanto yo me limitaba a aprobar. Pero aún así me quedé durante unos segundos mirando el móvil, Damián no me había hablado durante todo el día.

Fruncí el ceño extrañada.

Decidida volví a sentarme en el escritorio donde tenía esparcidos todos mis apuntes.

Esto está muy desordenado.

Pero en ese momento no tenía tiempo para recoger nada.

Llevé las manos a mi cabeza agobiada, pegando los codos sobre la mesa. Comencé a leer las palabras que estaban escritas en el papel pero ya nada me entraba en la cabeza. Era como que leía sin entender absolutamente nada.

La habitación de enfrenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora