𝙷𝚘𝚜𝚙𝚒𝚝𝚊𝚕

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Con el poco tiempo disponible, arrastramos los pies hasta la tercera puerta, el rojo liquido ya estaba pintando mi cintura, sin mencionar que a Jingyi casi le llegaba al pecho por su baja estatura. La tercera habitación ni siquiera tenía puerta, pero si tenía una cortina blanca de plástico muy grueso, como las que hay en los hospitales. Un escenario de un cuarto de hospital, una camilla con el mismo hombre que mató a Wen Ning y a su lado una enfermera apuntándolo con un arma, la enfermera tenía ojos oscuros y cabello castaño claro, esbelta pero fuerte. Un par de segundos después ella suspiró, le entregó el arma al chico y de su blanca bata sacó la grabadora, me la entregó y regresó a su lugar sin dirigirnos ni una palabra. En cambio, el chico de la camilla si parecía un maniquí, sus movimientos eran pausados y sus ojos eran canicas, la mano de plástico con el arma apuntó hasta su cabeza y disparó sin dudar.

Al parecer las ultimas historias eran mucho más realistas y crueles. Cerré los ojos tratando de evitar que la sangre salpicada no entrara en mis ojos, respirando hondo reproducí el audio.

Hoy es veinte de Junio del año dos mil veinte, morí por rencor, esa palabra es lo que mejor describe mi muerte. Desde que tengo memoria siempre tuve una buena vida, mis padres y familiares me querían bastante, pues era la única chica entre tantos familiares de mi edad. Sobre todo mi hermano mayor, en él, además de percibirse una ligera dependencia emocional sobre mi, me amaba con el alma y yo a él, a él nunca le pareció humillante que lo cuidara, ya que era en extremo muy tímido.

El fue mi compañero de vida hasta los dieciséis, yo lo protegí hasta que él cumplió la mayoría de edad porque él comenzó a protegerme a mí. Ingenuamente mi hermano le pidió al hermanastro de mi padre llevarnos a un lugar especial como agradecimiento, nos divertimos tanto que creímos que nada iba a salir mal, ese mismo día me di cuenta de que nadie nos protegería más que nosotros mismos, mutuamente. Mi tío me había drogado con un café y estuvo a punto de abusar de mi de no ser porque mi hermano lo mató con una lampara de cristal, desde ese momento él comenzó a sentirse tan indefenso que mi protección ya no lo hacía sentir seguro.

Con dolor en el alma acepté que se juntara con un tipo peligroso, para enseñarle como defenderse, como matar a alguien, como sobrevivir. No tuve más opción que estudiar medicina para curar cada bala que le atravesaba en los brazos o en las piernas, tenía tantas heridas y cicatrices que ya ni siquiera parecía el tierno chico con el que crecí, pero así era feliz, sentía que nadie podía lastimarnos porque él nos defendería.

Desgraciadamente mató a alguien importante para el chico que lo entrenó y terminó asesinado, asfixiado por una gruesa cadena de metal, me sentí tan impotente porque la vida no nos dejaba defendernos, tan enojada con la vida misma que, para que nadie sufriera las desventajas de estar vivo, maté a mucha gente en el hospital donde estaría completando mi servicio. No les di el medicamento adecuado, no atendí sus urgencias y dolores, pues hubieran sufrido más si los mantenía con vida, si mal no estaba, fueron al rededor de cincuenta personas asesinadas por mis manos, mis matanzas fueron tan aleatorias y discretas que, hasta la fecha, nadie sospechó de mi.

Creí que el destino me estaba sonriendo cuando vi ese conocido rostro en una de las habitaciones del hospital, según reportes, tuvo un accidente en su motocicleta y se fracturó la pierna. Hasta el momento lo que me causa demasiada gracia es que, ese día por la mañana había comprado un arma y la tenía escondida en mi bata. Tan pronto como él despertó, cerré las cortinas y le puse llave a la puerta, saqué el arma de mi bata y le apunté. No pude matarlo, su mirada estaba tan relajada y su semblante tan tranquilo que comencé a sentirme abrumada, estaba acostumbrada a que mis victimas rogaran por una inestable y tortuosa vida pero este tipo parecía que estaba igual de desagradecido con ella, como yo. Así que le imploré que él fuera mi asesino como lo fue con mi hermano.

Tomó el arma desinteresado, apuntó a mi pecho y disparó.

Soy Wen Qing y tengo dos meses muerta.





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