𝚂𝚌𝚑𝚘𝚘𝚕

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Nuevamente dejamos la cinta y seguimos con la tercera puerta, una puerta con un precioso cartel colgado con una flor purpura de loto, el escenario era una pared con ventanas dando una vista a un salón de clases, la puerta estaba a la derecha y en ella se recargaba una chica con su respectivo uniforme de secundaria abrazando su mochila muy contenta, jamás creímos que al presionar el botón rojo el salón comenzara a incendiarse y la chica a extender más su sonrisa soltando leves carcajadas. Tomé la cinta que estaba junto a su pie y la presioné el botón.

—Hoy es diez y seis de Noviembre del dos mil trece y tengo... yo no creo estar muerta, hace tan solo momentos estaba con mi hijo y mi marido en mi hogar, tenía tan solo tres años de casada cuando aparecí en algo llamado "El inframundo" yo no iba por mal camino, mi marido era alguien respetable y mis amigos no estaban involucrados en algo malo. Desgraciadamente terminé llenando la tina de mi baño con mi propia sangre y mi hermano sentado a mi lado llorando mi perdida.

No... ahora lo recuerdo, no pude aceptar que tendría que dejar mi mundo fantástico y deseado para comenzar a ir a la escuela, fui hija única y siempre he estudiado desde mi hogar por el poco tiempo que disponían mis padres para poder prepararme un almuerzo o siquiera ir a dejarme frente a la institución educativa. Tenía quince años cuando entre a la escuela y al ser la única chica sin amigos comenzaron a molestarme, desde un principio no supe como reaccionar ante insultos que jamás había escuchado por lo que suplantaron los insultos con travesuras y agresiones físicas. El primer mes de estudio mis calificaciones fueron limpias y elevadas, sacaba la nota más alta sin estudiar, levantaba la mano para todas las preguntas y cumplía con todas las reglas del lugar.

Nunca supe como se sentía una felicitación por un gol en futbol o ir al baño de la escuela sin creer que me encerrarían todo el día ahí, pero todo comenzó a cambiar cuando cumplí los tres meses de estudio, pensaba cosas... cosas que alguna vez pude ver en una película de terror o en un documental sobre un asesino serial, también escuchaba a alguien bastante seguido, tenía mi voz pero las cosas que me decía eran palabras que nunca saldrían de mi boca. Inconscientemente seguía las ordenes de esa voz provocándome problemas con mis padres y maestros, mis notas bajaron, las chicas de mi clase me esperaban cada día a las seis de la tarde afuera de la escuela para golpearme y la voz de mi interior ya no me susurraba, me gritaba.

El siete de octubre mi mochila no tenía libros por primera vez, pero era igual de pesada. Ese día llegué a la escuela puntual, las chicas que me molestaban comenzaron a gritarme obscenidades mientras unos reían y otros apartaban las miradas, por costumbre bajé la cabeza y me escondí en el baño hasta que todos los pasillos se encontraran desolados, después robé las llaves del conserje y encerré a mi clase del tercer piso, abrí una de las ventanas y miedo vacíe el garrafón de gasolina que traje en mi mochila, prendí un cerillo y cerré la ventana. Puedo jurar que los gritos de auxilio de mis compañeros me dieron tanta risa que me hizo comprender la gracia que les provocaban mis gritos cuando me golpeaban y apagaban sus cigarrillos con la piel de mis brazos o mi cuello.

Después de una semana, desde el hospital me enteré que la maestra a la que tanto le rogaba que me defendiera de las chicas había quedado paralitica por tratar de esquivar el fuego, saltó por la ventana, ninguno de mis compañeros quedó vivo y el resto de la escuela solo recibió leves quemaduras, no es justo. Después de eso no recuerdo como fue que morí, ese día solo me dieron las pastillas para dormir y jamás volví a despertar pero, ahora mismo veo tengo un gran orificio en mi pecho derecho... Tal vez fue una sobredosis, sí, es lo más seguro.

Soy Jiang Yanli y tengo quince años de muerta.

Soy Jiang Yanli y tengo quince años de muerta

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ℬℯ𝓉𝒽ℳ𝒾𝓃0

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