Sunghoon, el vecino de Seol-min parece alguien muy... triste. Seol-min comienza a mostrar interes por ese chico e intenta acercarse a el, pero es un poco dificil.
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— Heeseung, por favor.— suplicó Seol-min— prometo no cruzarme en tu camino, ni ser una molestia para ti.
— ternurita, claro que sí te dejaré irte...— contestó Heeseung con una sinica sonrisa en su rostro.
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Por un momento me sentí aliviada, pero recordé que estaba hablando con Lee Heeseung en el momento en el que siguió hablando.
— Pero antes... — rebuscó un poco en su mochila, para luego sacar unas afiladas tijeras. —resulta que tu cabello largo, lacio sedoso y brillante, es una gran molestía para mí. — dijo para proseguir a agarrar fuertemente mí brazo. — yo sugiero que te quedes quieta, recuerda que tengo una tijera afilada, y no tengo ningún problema en usarla para cortar algo más que tu cabello. — seguía hablando mientras me señalaba con la tijera cerca de mí rostro.
Tragué en seco y asentí. Heeseung siguió con lo suyo. Cortó poco a poco mí cabello, y no pude evitar dejar mis lágrimas caer. Cuando acabó me dió un fuerte empujón y se fue. El me molestaba a menudo, pero nunca me había hecho nada. Recogí mí cabello del suelo y lo tiré en el cesto de basura, recogí mis cosas y me fui con lágrimas en los ojos.
No sé porque Heeseung me hacía esto, nunca le había hecho nada malo. Es más, antes de que empezara a molestarme, éramos los mejores amigos. Simplemente no lo entiendo.
Llegué a casa, mi madre no estaban, así que fui al baño a emparejar mí ahora horrible cabello. Es decir, seguía sintiéndose suave, pero estaba demasiado desprolijo. Hacía años que no tenía el cabello tan corto, se me veía bien, así que decidí dejar de llorar por eso.
Me bañé y me cambié. Planeaba dormir un rato hasta que mi madre volviera, pero no pude hacerlo, afuera había mucho ruido. Me asomé a ver qué pasaba, vi un camión de mudanzas; sabía quiénes eran. Es decir, no los conocía, pero mí mamá me había comentado que la familia Park se mudaría a la casa de al lado. Miré por unos minutos más, y ví a un chico muy guapo, junto a su, supongo hermana menor. Luego ví el auto de mamá llegando y bajé.
— hola mamá — Dije dirigiéndome a el auto para ayudarla con las compras.
— hola hija ¿Cómo te fue ho-...— me miró y tocó un poco mí cabello — creí qué te gustaba largo.
— ahora me gusta corto, ¿Me veo bien?
— te queda hermoso. — sonrió y beso mí frente, y siguió entrando las compras a la casa.
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—¿Ya fuiste a saludar?— preguntó rompiendo el silencio.
—¿Mmh?— no entendí lo que dijo
— ¿Fuiste a saludar a los vecinos?
— amm, si... Sobre eso, no creo que vaya. — dije para seguir comiendo mí durazno.
— ¡Seol-min! — dijo con tono molesto. — No seas maleducada. Hay un pastel en el refrigerador, es para la familia Park, peinate y llévalo. Dales una calida bienvenida.
— PERO- ¿Por qué no vienes conmigo? Es decir, también son tus vecinos. — cuestioné.
— Por eso los invité a Cenar ésta noche.
Bufé y subí las escaleras desanimada. No quería ir, pero no iba a permitir que por eso me vieran como un mamarracho, con mí ropa deportiva; holgada y cómoda. Y mis pelos sin peinar.
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Toqué la puerta, una hermosa mujer de Masomenos la edad de mí Madre abrió la puerta.
— ¿Si? ¿Que se le ofrece? — me sonrió.
— Un gusto, soy Choi Seol-min. Vivo al lado. Traje pastel para recivirlos, espero y se sientan muy cómodos. — sonreí.
— ¡Oh! A mis hijos les va a gustar la idea del pastel. Ven, pasa. — abrió un poco más la puerta para indicar que podía pasar.
— oh, no, no debería... Yo, solo venía a traer el pastel y no quiero ser una molestia.
— descuida, no es una molestia. — hizo una señal para que entrara, y entré.
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— Puedes sentarte por aquí. Iré a buscar a mis hijos, siéntete como en casa. — sonrió y se fue.
Puse el pastel en la mesa y me senté. La señora Park era realmente amable, desde que vivo en Corea, me di cuenta que era raro encontrar a alguien tan amable con personas que no son de su entorno.
— Choi Seol-min, te presento a mis hijos, Park Yeri y Park Sunghoon.
Sunghoon... El era la descripción perfecta de la palabra "belleza".
— es un gusto, soy Choi Seol-min, vivo al lado. — sonreí amable y dirigí la mirada a el Joven Park, quien desvío la suya rápidamente.
Nos sentamos y la señora Park hizo té para todos.
— Seol-min, ¿De dónde eres?
— tengo raíces un poco complicadas.— reí levemente.— Mí Madre es de Argentina, mí padre es Coreano. Pero yo nací en California, Estados Unidos. Y hace al rededor de cinco años, mi familia y yo nos mudamos a Corea.
— ¿Hablas inglés y español? — preguntó Sunghoon, eran las primeras palabras que lo escuchaba decir.
— si, así es. Hablo español porque mis padres se comunicaban en ese idioma, entonces lo aprendí. Y obviamente inglés porque nací en un país de habla inglesa.
— ¿Y Coreano? — volvió a preguntar.
— Llegué a Corea con un un Coreano bastante avanzado. No era perfecto, mucho menos mí pronunciación, pero en estos años me he acostumbrado.
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Estaba por irme cuando oí que me llamaban.
— ¡Seol-min!
—¿si, Señora Park? ¿Que sucede?
— Me preguntaba si no sería molestia para ti mostrarle la ciudad a Sunghoon. Verás, no somos de Seúl, y además me gustaría mucho que pudieran ser amigos, a el se le dificulta un poco el ser sociable.
— ¡Claro que sí! Mañana estoy libre, pasaré por el a las 15:30. — sonreí. — ¡La veo esta noche, hasta pronto!— me despedí.
