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—¿¡Amane-kun!?—gritó la albina algo asustada.

Amane yacía tirado en el suelo,tal y como un muerto.

—¿Pero qué…?—Tsuchigomori miraba la escena confundido.¿Cuando pasó esto?

—Sensei,no despierta.¿Qué hacemos?—preguntó la albina desesperada mientras sostenía la cabeza del castaño en su regazo.

—Hay que llevarlo a la enfermería.—por más que Tsuchigomori lo ocultara,su cara expresaba una gran preocupación.

{…}

Los tres estaban en la enfermería. Al parecer la enfermera no estaba.

—Cuando se la necesita no está...—se quejó Tsuchigomori mientras buscaba el algodón,el alcohol y las vendas. Al encontrar todos los materiales, acercó una silla al lado de la camilla en la que Amane estaba recostado.

—Sensei… Yo puedo curarlas mientras usted busca a la enfermera o llama a sus padres...—dijo con nerviosismo Nene.

—Está bien niña. Ya regreso.—se levantó de aquella silla y salió a paso rápido de la enfermería.

—Amane-kun… Estás pálido...—habló Nene mientras remojaba aquel algodón en el alcohol.

El de ojos miel abrió poco a poco los ojos al sentir algo frío en su cuerpo.

—¡Amane-kun! Por fin despiertas...—

—Oh,ehm... Yashiro-san,no hace falta que las cures, así estoy bien.—el  castaño se sentó en la misma camilla donde estaba recostado,con intenciones de levantarse.

—Amane-kun, quédate ahí,por favor...—suplicó Nene.

—Yashiro-san, estoy bien.—sonrió algo forzoso.

—Amane-kun,por favor, quédate. El Sensei fue a llamar a tus padres.—

—Yashiro-san,ya te lo dije estoy bien,no hace falta que te preocupes.—

La chica ignoró completamente a este y continúo pasando aquel algodón por las heridas del castaño.

—Yashiro-san...—

El ruido de la puerta se hizo presente,revelando a Tsuchigomori quién tenía la expresión de estar enojado mientras balbuceaba para sí mismo. Al volver a cerrar la puerta se encontró con las miradas de aquellos jóvenes de 14 años.

—Al fin despiertas mocoso. Me tenías preocupado.—confesó el de cabellera bicolor mientras se acercaba a la camilla.

—Sensei,¿no debe hacer otras cosas? Yo estoy bien,no hace falta que se preocupen.—

El suspiro de fatiga del mayor en aquel lugar se hizo notar.

—¿Cuántas veces vas a decirme lo mismo? No estás bien,Yugi. Acepta que no estás bien.—

Quizás dejar salir lo que alguien piensa es mejor que guardarlo para uno mismo y arrepentirte por no haberlo dicho cuando la oportunidad estaba.

Y tenía razón. Él no estaba bien. Parecía un muerto viviente a punto de quebrarse. Su mente estaba corrompida y la verdadera felicidad jamás estuvo en él. Durante su infancia siempre llevó sonrisas verdaderas mientras que vivía en un sueño donde la felicidad era más que falsa. Solitario, antisocial y reservado. Eso fue lo que la vida decidió que sea. Ser víctima de la violencia y los abusos. Que sus sueños sean completamente aplastados. Que quiera suicidarse.

»Por que a fin de cuentas… Si no existiera sería menos doloroso para mí…«

—Mocosa,¿puedes salir un momento?—

En Busca de la FelicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora