16

482 37 5
                                    

Mamá, papá ¿A dónde vamos?

Falta poco, hija

Pero...

Escucha a tu padre cielo, pronto llegaremos

Ambos padres llevaban a su hija agarrada de sus respectivas manos uno al lado de otro a través de un bosque amplio, unos árboles de cerezo color naranja llenaban el lugar mientras uno a uno caía por la época de otoño. Su hija, confundida, solo los seguía esperando a ver a donde iban. En ese momento un destello de luz apareció, cegando a aquella joven de cabello castaño. El brillo era tan fuerte que apenas podía mirar borroso. De repente sentía como sus padres le soltaban de las manos y la orillaban a caminar más allá de la luz. Al resistirse hicieron que la empujaran más y más fuerte, en contra de su voluntad. Esto no era una buena señal, algo andaba mal, y ella lo sabía.

¡No quiero ir! ¡Por favor!

Debes hacerlo, por favor no lo hagas más difícil.

Perdón hija, es tu deber.

¡Mamá, papá!

Hubo un silencio y la luz dejó de brillar para pasar a una oscuridad que por fin le hiciera abrir los ojos. Todo era negro a su alrededor, ya no estaba en el bosque, ya no estaba en su aldea. Ahora ella era más grande, portaba su banda ninja y el vendaje en su brazo derecho.

¡Mamá, papá! ¡¿Dónde están?! ¡Sáquenme de aquí!

No debes evadir tu destino

Escuchó una voz grave a lo lejos, no tenía temor, al contrario, tenía curiosidad ¿Por qué le hablaba? ¿Quién era? ¿Su... destino? Eran las preguntas que resonaban en su mente una y otra vez.

¡¿Quién eres?! ¡Déjame ir!

Tú sabes que hacer, siempre lo haz sabido...

Aquella voz desapareció y con ello la oscuridad. La luz volvió a aparecer, esta vez ella quería alejarse, correr y no tocarla, sentía miedo. Cayó al suelo y aquella luz la volvió a cegar por completo, dejándole ver, más tarde, a un hombre de espaldas. En sus brazos altamente musculosos poseía cicatrices atroces, pero en su mano izquierda tenía una marca que se le hacía muy familiar...

____ despertó en la cama del hospital de Konoha, su respiración era entrecortada y sudaba frío. Al recuperar la conciencia pudo ver que tenía vendajes en ambos brazos, sentía que su cabeza era perforada por kunais y que en cualquier momento explotaría. Se llevó las manos hacia allá arriba y comprobó que estaba vendaba ahí también. A los dos minutos recordó porque estaba allí, o al menos parte de aquella batalla.

—Perdí

Pensó con una sonrisa irónica y con lágrimas que amenazaban salir en cualquier momento. La frustración que sentía era indescriptible, tanto había presumido a toda su escuela que obtendría el título de Chunnin siendo una de las primeras de su generación, y no en su aldea, sino en Konoha, cosa que no pasaba hace más de diez años. Pocas lágrimas brotaron y ella se las limpió con su mano izquierda. No quería sentirse débil, no quería sentirse vulnerable, ya vería la manera de cómo salir de esto, como le decía Jaku: 'no importa cuántas veces falles, aprenderás más de los errores y te harás más fuerte' ella sonrió al recordar la frase de su mejor amigo, pero no era tan positiva como él, además de sentirse inferior cada vez que fallaba.

Al inspeccionar su habitación se dio cuenta que había un paciente más con ella, no se podía ver por las cortinas blancas que separaban sus espacios pero se veían los regalos que habían dejado: una canasta de frutas, carne y un par de flores.

El Quinto Elemento [Kankuro y Tú] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora