MIEDOS

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Lo que nos paraliza como humanos, nos domina, determina un rumbo y nos amarga si lo dejamos, pero hay algo que vence al miedo, acaso, ¿es el amor?

ELyER G.

En Londres las cosas estaban de cabeza...

Unos dedos blancos con manicura recién elaborada masajeaban los suaves rizos de una cabellera dorada.

No podía olvidar esos hermosos, profundos y melancólicos ojos color mar... hasta en la sopa lo veía...

- No puedo, se repetía, no debo, tengo un compromiso, dí mi palabra, dí mi palabra, Dios, ¿por qué?

Tomo el libro que leía y lo aventó hacia la puerta del estudio y gruño fuerte, se puso de pie intentando recoger el libro, y pataleo fuerte volviendo a gruñir.

- ¿Por qué soy una princesa?

- ¿No puede ser mas fácil mi vida?

Y tirando todo lo que estaba en su escritorio y volviendo a sentarse siguió masajeando su cabeza, pues sentía que perdería la cordura.

- ¿Cuanto lleva así? Pregunto una voz muy cálida en el pasillo del palacio

- ¡Su majestad! Se exaltaron Pony y Karen

- Ya van quince días, respondió la mayor,

- y no vemos mejoría, dijo triste Karen, ni a mi me ha querido atender, encogió los hombros

- ¿puedo? Pregunto el joven Anthony, que acababa de llegar de Francia.

- Si su majestad

- Karen, Karen, ¿desde cuándo nos conocemos, no es suficiente para dejarnos de formalidades medievales?

- No podría su maj....

- Anthony, solo Anthony, y le dio la más deslumbrante sonrisa a la castaña quien se quedo anonadada

- Jijiji, hay jovencitos, exclamo la mayor, mejor entra hijo, ya esta situación esta sobrepasando mi paciencia.

- Con su permiso damas...

Y haciendo una reverencia ante las mujeres caminó hacia el estudio, que hasta hace unos instantes había quedado en calma de las rabietas, gruñidos y ruido de adornos y libros que escandalosamente dejaban su lugar a manos de una rubia de rizos dorados.

- Adelante, exclamo la joven apenas audible

- Princesa! Acaso el huracán no ingresaría hasta el fin de semana

- Anthony! Exclamo avergonzada

- Veo que has hecho de las tuyas,

- No, no es lo que piensas, eh, yo...

- Remodelación, sin duda es eso

- ¿cómo?

- ¿Cómo estas princesa? Tan pronto vuelves de tu viaje...

- Suspiro la joven, si Anthony, tenemos un compromiso que cumplir, no podría permitirme ser tan irresponsable

- Sabes, hace tanto que te conozco, recuerdas aquel día en que tu yegua me lanzó por los aires y corriste a ver si estaba bien,

- Eh?

- Ese día, marcaste mi corazón, pues supe que valía la pena cualquier caída si me abrazabas de esa forma tan sincera

- Este, yo

- No digas nada, siempre guardo momentos especiales de las personas que más aprecio, desde pequeño, en ese entonces me sentía solo, acababa de perder a mis padres y ver la dulzura y preocupación de tu mirada por la situación, me hizo recordar a mi madre, desde ese día te...

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