Con JiMin ocupado haciendo lo que sea que siempre salían a hacer todos los días, el pequeño pelinegro con pecas se escabullo silenciosamente, explorando y mirando a todos lados, tocando, sintiendo, respirando.
Paró hasta que llego a la pradera, ese día no era soleado, las nubes cubrían la mayor parte del cielo, las vío más oscurecidas que cuando se levanto.
Sintió el viento chocar contra su cara, sus cabellos revolver y algunos pequeños trozos de hojas quedarse en sus hebras.
Observo todo lo que sus ojos le permitían ver de la pradera, hasta aquel borde que se veía lejano y que parecía poner un límite donde segúro se escondían las cosas más fascinantes que jamás habría visto en lo que de vida llevaba respirando.
Con pequeños pasos se adentro a la pradera, sintiendo el viento soplar, como si estuviese dispuesto a hacer de sus cabellos una maraña imposible de desenredar y de su ropa hacer girones, empolvarla y hazerle estornudar por las particulas de tierra que se metian en su nariz tan molestamente.
Con el dorso de su mano lo pasó bruscamente por su nariz para quitar el malestar de una vez por todas, no logrando mucho la verdad.
Ya en lo que creyó pasos atrás el limite de la pradera se quedo ahí, de pie sin hacer nada más que mirar toda la extensa pradera. Los rayos del Sol golpearon su cara por unos instantes en los que las nubes lo descubrieron como si de sabanas se tratasen.
El breve saludo del Sol lo cegó, obligandolo a cerrar con fuerza sus ojitos que al abrirlos segundos después se le inundaron de lágrimas.
Volviendo al gris. Con la gran estrella oculta, nuevamente el niño de cabellos negros continuó caminando sin dirección.
A él se le unió sin temor alguno el mismo zorro de antes, que lo había estado espiando con aterioridad después de su primer encuentro. Creyendo al niño como un igual aunque su apariencia en nada fuera como los de la suya, si no más bien, catalogandolo de raro y testarudo.
El día cada vez se hacía más opaco y tanto como el zorro como el niño no lo notaban puesto que se correteaban sin cesar, brincando y escondiendose. El zorro le ganaba en astucia al pobre niño que no duraba escondido más tiempo de lo que lo hacía el zorro.
De pronto aún en medio de su juego el pequeño niño notó que el gran Sol se ocultaba, con sus ojos bien abiertos miró a su al rededor, el zorro a su lado se abstuvo de hacer algo más que no fuera verlo.
Comenzado a caminar de nuevo se sintió algo desorientado, caminó y caminó hasta el limite de la pradera, dónde comenzaban los árboles.
Ya estaba casí completamente oscuro a su alrededor, se preguntó si ese era el camino de vuelta a JiMin. De su garganta salió un jimoteo, las lágrimas bajaron lentamente empapando sus mejillas.
El zorro pasó su cabeza por las piernas del niño tratando de asegurar que supiera que él aún seguía ahí.
Pasaron lo que parecieron eternos minutos hasta que la luz de la linterna de JiMin le iluminó el rostro de amarillo. El otro le miró con el ceño fruncido de desesperación transformandose en uno de alivio cuando se lo topo con los ojos cristalizados, el rostro sucio, enlodado debido a las lágrimas y tierra.
JiMin también había llorado un poco a mitad que no lo encontraba. Dejó la linterna en el suelo y se agachó para abrazar al chiquillo que solo lloraba.
No pudo aguantarlo, soltandose a llorar de igual manera.
Más tarde dentro de la nave espacial y con el zorro haciendoles compañia, estaban los tres tapados con una de las dos mantas que JiMin poseía, una más fina que la otra.
JiMin secó las últimas lágrimas del contrario mientras segundos después sentía las manos adversas cometer las mismas acciones para con él.
— No desaparezcas de ese modo de nuevo— le reprochó con sus labios formando un puchero —, se sintió horrible.
Con una sonrisita YoonGi asintió mientras acariciaba los cabellos de JiMin con suavidad.
— Elio.— susurro JiMin. YoonGi le miró atento con sus ojos preguntando silenciosamente a que se refería, a lo que JiMin respondió— Para aquellos que son como un Sol se les llaman Elio, al menos eso fue lo que me dijieron, creo que el significado varía. Aunque me pareció que eso sería una palabra adecuada para ti. Tú sabes... Eres como un pequeñito solecito; no estoy convencido de que sea del todo cierto.—negó suavemente. — Seguire pensando.
Luego de eso, más temprano que tarde cayeron dormidos.
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sweet dreams petite étoile | js¬ym
FanfictionPerdidos y huerfanos. Con una guerra de la que no entienden porque comenzó, se han hallado el uno al otro. La oportunidad de amar con totalidad al contrario esta en la punta de sus dedos, acariciando la piel ajena, en sus sonrisas y juegos infantil...