Koi no Yokan (恋の予感).
"La sensación al conocer alguien por primera vez de que inevitablemente te enamorarás de él/ella."
- ¿Qué es lo que buscamos en este planeta que dices? - sus finos dedos tamborilearon inquietos
- Es que... - aquellos ojos amatista destellaron con recelo a sus insistentes preguntas. Y con piernas descruzadas y cansinas ya se hallaba sentada en una posición que quería ser confianzuda - No dices mucho, y al menos no quiero enterarme de último segundo que estamos siendo perseguidos.- No es nada peligroso, no necesitas estar tan angustiada.
- Okay.
Pero no podía estar bien, estaba manejando a ciegas, solo siguiendo indicaciones no muy confiables. Después de todo este hombre había dicho que no recordaba mucho sobre ese período de tiempo que estuvo fuera. Y pretendía que le escuchara sin chistar.
Chasqueo la lengua, se reacomodo en su asiento con las manos alisando su larga cabellera rojiza.
- Pero tú no podrías imaginar que no cuestionaria tus indicaciones sólo porque así lo deseas ¿Verdad? - estaba tensa, había salido no hace nada de una de las cientos de jaulas de Yngvi y tenía razones para temer una represalia que la llevaría a su peor destino - Devolver lo que es mío no te da mi confianza, y si quieres que siga tus indicaciones tendrás que decirme a donde vamos y que es lo que buscas, no voy a encontrar nada si no se a donde me dirijo.
- Tú tampoco tienes toda mi confianza y aun así aquí estas, no dudes de mí. Sí arranqué de las garras de otros aquello que por nacimiento es tuyo es solo por que así lo necesitaba, no me debes nada aún así.- esa fugaz mirada amatista que no quería tener que enfrentar, se clavo en sus manos maltratadas.
El hombre hizo silencio, ligeramente angustiado, puesto que aquello que buscaba no era algo tan simple como desearía.
Pero sus ojos reflejaron una angustia que Garazi solo había visto en otra docenas de ojos, aquellos que aún recordaba con aflicción.
Un sonido parecido al de una trituradora de basura resonó por toda la nave, generando una rápida reacción de disgusto por parte de la propietaria, no extrañaba este exacto ruido con el que viajaba desde que obtuvo su propia nave. Pero ver aquellos ojos amatista le revolvieron un poco el estómago, no se hacía a la idea de que un hombre como este, que parecía una mezcla peligrosa estuviese buscando a un niño.
Solo estaba adivinando claramente, pero esos ojos o el destello que estos le brindaron por unos segundos le susurraron lo que necesitaban encontrar con premura. Aún si su garganta estaba seca y su cuerpo exhausto, no se hallaba del todo abandonando a este hombre por mucho que lo deseara.
- Si estas buscando a un niño, no es algo de otro mundo. - un ligero suspiro se desbordó por sus labios maltratados por las largas horas que le hicieron pasar deshidratada, su ceño fruncido por el recuerdo causaron una mirada de completo enojo- Claro, a menos que el niño que busques sea de Kaitos. Últimamente hay varios que cazan a los pequeños niños por las galaxias más cercanas a Kaitos, incluso si el pago es lo suficiente seductor pueden ir a los lugares más lejanos buscando niños, bebés y jóvenes. - la voz de Garazi era baja, casí un murmullo que sólo planeaba ser audible para ambos adultos, se deslizaba dulce por la piel dejando una sensación amielada , mientras atento y receloso escuchaba todo lo que ella tenía que decir. Pero obtuvo suficiente cuando de esos labios mallugados color arrebol pronunciaron los precios que se ofrecían por aquellas pobre almas.
El desagrado fue visible y mordaz. El pensamiento fue fugaz, su cuerpo reaccionó tan rápido como la idea se presentó, provocando que la joven se levantará de su propio asiento con sus manos puestas en su wakisazhi tan veloz como sus reflejos eran.
El aliento de ambos pesado, con la mirada estática tratando de prever cualquier movimiento contrario.
Garazi siseo molesta, ella no pretendía insinuar nada tan cruel como eso, ella no vendería a ningún niño parecido o no, pero supuso que el hombre frente suyo no tenía ni la menor idea de por qué exactamente sabía los precios y tal información tan exacta la cual solo sabrían aquellos que llevaban acabo tales trabajos.
- Creo que no me e explicado, pero solo para aclarar, no soy como los que cazan a esos niños y luego reclaman las recompensa por ellos. - Retrocedio un paso cuando el contrario avanzó dos, apenas sacando su shōtō de la saya - Detente ahí. - una orden que esperaba ser acatada - No estarías aquí si yo vendiese niños a los que ponen un precio por sus vidas. Piensa idiota nadie que quisiese a tu niño para venderlo se tomaría la molestia de dejarte saber todo lo que yo ya te dije sobre aquel planeta destruido que dejamos atrás hace unos días.
- Entonces deja de actuar como uno de ellos, no seas tan descuidada por que tus descuidos nos podrían costar grave. Pero tienes razón, busco a un niño.
- No me sorprende, no eres el primero al que llevo conmigo en una búsqueda por uno de sus niños.- ambos tomaron sus respectivos asientos mientras Garazi comenzaba a alistar su nave - Conozco a alguien que podría ayudarnos a encontrar más rápido lo que buscas. Existen al menos unos cuantos de planetas parecidos a aquel que dejamos atrás, tu niño podría estar en alguno de ellos y Rohan, aquel hombre podría indicarnos cuál de ellos.
- ¿Estas prometiendo algo?
- No, pero podrías estar más cerca de tu mocoso que antes. Es eso un comienzo, ¿No te parece?
[...]
JiMin era joven, tan joven y pequeño como cualquiera de sus acompañantes, sus pensamientos no eran tan pesados como los de un adulto y su cuerpo aún contenía una esperanza que sólo los niños jóvenes como él podrían conservar intacta.
JiMin no era un niño experto en nada, lo poco que se le había enseñado lo conformaban hasta las células, caminaba como un joven pequeño, tropezaba tan a menudo, su mirada se perdía entre el bosque y las estrellas más resplandecientes sedientas por su atención.
Y ellas amaban a estos tres niños, les regalaban sus más resplandecientes noches, se arreglaban para adornar con juvilo el manto oscuro hecho de seda.
Pero JiMin siempre supo cómo contemplarlas a todas ellas, incluso a la estrella que decidió hacerse de carne y hueso. Aquella estrella era más especial que cualquiera, todos podían notarlo con una sola mirada, la estrella no podía simplemente ser igual que las demás, ocultaba algo más que ni ella estába totalmente enterada de ello. Lo que no impedía que el propio JiMin pudiese ignorar la naturaleza de eso oculto en la joven estrella.
Con su miedo a flor de piel, con sus labios temblando por el frío, se detuvo a contemplar el resplandor que YoonGi les ofrecía con dulzor.
Al mirar a YoonGi obtenía una sensación extraña, ajena a lo que hubiese sentido antes en su corta vida, una que estaba seguro no haber sentido en un principio cuando se encontraron por primera vez. Procuraba abrazar la sensación, no quería exprimirla temiendo acabarla toda, era tentador pero aún no estaba preparado para sentir en toda su extensión aquel sentimiento.
Era inexplicable para alguien tan joven como él.
La sensación no era tan grande, por lo que sentirla o comprenderla por completo era imposible en este punto de su crecimiento. Tal vez era una flor tratando de florecer pero eso toma tiempo y el tiempo es clave para esto, necesita de tiempo para que una semilla crezca tan fuerte como un árbol.
Sin embargo ninguno de los niños presentes entenderían esto hasta más tarde.
JiMin aún así creía que lo que veía en YoonGi tendría tiempo para madurar y crecer junto al él por mucho tiempo, el tiempo que se les permitiese.
El wakizashi (脇差 o 脇指:わきざし) , también conocida como shōtō (小刀), es un sable corto tradicional japonés , con una longitud de entre 30 y 60 centímetros.
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sweet dreams petite étoile | js¬ym
FanfictionPerdidos y huerfanos. Con una guerra de la que no entienden porque comenzó, se han hallado el uno al otro. La oportunidad de amar con totalidad al contrario esta en la punta de sus dedos, acariciando la piel ajena, en sus sonrisas y juegos infantil...