3, La Hora De la Verdad

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Alejandro

Adara, ese nombre que no sale de mi cabeza, esa chiquilla inocente, tan pequeña, tan delgada, con ojos café que cautivan, esos labios carnosos, esa pequeña cintura que quisiera abrazar por horas.

—Alejandro en que tanto piensas — me gritó mi mejor amigo Iván— no dejas de hacer gestos y pareces idiota.

—¿Recuerdas a la niña de la que te conté?

—Cómo olvidarlo hermano, si has hablado de ella todos los días, ya me estoy poniendo celoso, siento que algo se quiebra aquí — dijo tocándose dramáticamente el lado del corazón—¿a caso ya no me amas? ¿Ya no vamos a vivir en una cabaña a la orilla de la playa?

—Cállate idiota, ¡no! No vamos a hacer nada de eso. No tienes comparación con ella —contesté lanzándole un zapato.

En el momento en que estaba platicando con el idiota de Iván, escuché el sonido de un mensaje en mi lap top, es de Adara.

Chat
—Hola

—Hola preciosa, ¿como estás?

—Bien aunque un poco nerviosa.

—¿Pasa algo?

—Lo que pasa es que tengo algo que decirte y no sé cómo lo vayas a tomar.

—Tú puedes decirme lo que quieras.

—Bueno, pero si después de esto ya no me quieres hablar lo entenderé.

—¿En donde estás en este momento? — le pregunté un poco angustiado ya que no me gustaba nada lo que estaba pasando.

—En el cyber cerca de mi casa, ya lo conoces, pasas todos los días por ahí.

Claro, después de terminar mi trabajo con su vecino, me voy en mi moto y paso por un cyber, ya se donde es.

—Ok, y ¿que es lo que querías decirme? — esperaba impaciente porque ya quería saber.

Ya había tardado más de lo normal en contestarme y estaba decidido a ir a buscarla para que me lo dijera de frente, ya había agarrado mis llaves, el casco y estaba a punto de apagar la lap top, en eso...

—Te mentí, no tengo 15 años, tengo 13, se que soy muy niña para ti y en verdad me gustas por eso decidí decirte que era mayor, discúlpame, entiendo si no quieres acercarte a mi, ya que podrías meterte en problemas por estar con una niña, cuando tu ya eres un adulto.

Al ver ese mensaje me la imaginé, llena de nervios por decirme la verdad, aunque yo ya lo sabía, me había dicho que estaba en primero de secundaria y en ese grado no se tiene 15 años, pero si ella no me decía la verdad sus razones debía tener.
No le contesté nada, sino que me subí a mi moto y me fuí lo más rápido que pude al lugar donde ya sabía que estaba.

Al llegar al lugar, entré y la vi de espaldas, moviendo las piernas con nerviosismo y mordiéndose la uñas.
Le pedí a la señora dueña del lugar si me permitía agarrar una silla para sentarme a lado de aquella chica — dije señalando al asiento de Adara—me acerque lentamente y le hable al oído...

—Hola pequeña.
Me miró como si dudará que yo estuviera a su lado.

—Ho... Hola, ¿que haces aquí? — contestó con nervios.

—Vine a decirte en persona, que ya sabía lo de tu edad pequeña mentirosilla — le sonreí mientras tocaba su pequeña naríz. Ella solo bajó su rostro.

—No era necesario que vinieras hasta acá, a decirme mentirosa, pudiste rechazarme desde una computadora, para que fuera menos vergonzoso. — habló sin despegar la mirada del piso.

—¿Y quien dijo que quiero rechazarte?

Levantó su rostros un poco enrojecido, supongo que tenía ganas de llorar, me miró espectante a lo siguiente que iba a decirle.

—Tu también me gustas y no te imaginas cuánto. — acaricié su mejilla mientras nuestras miradas se perdían una en la otra— ¿Podemos salir de aquí? Me gustaría platicar contigo sin tener que susurrar.

—Claro, solo déjame...

—No te preocupes ya pagué, podemos irnos.

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Eso si que no se lo esperaba nuestra pequeña Adara.

Díganme ¿les está gustando?

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