Capítulo 3: El Cumpleaños

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          La neblina era tan espesa que no se podía ver absolutamente nada. Escuchó un ruido en el agua y sintió un dolor punzante en su pierna, haciendo que gritara del dolor.

- ¡Jiang Cheng! ¿Dónde estás? - Escuchó a su hermano gritar. Miró hacia todas partes intentando encontrar de donde provenía su voz, pero nada.

- ¡Estoy bien! - Y volvió a agacharse para revisar su herida.

De pronto unos pasos se sintieron en su bote.

-Joven maestro Jiang- dijo una voz calmada. Él levantó la mirada.

- ¡Señorita Wen! -

Ella bajó la mirada y vio su pierda ensangrentada.

-Te lastimaste-

          Él bajó la mirada e intentó inútilmente cubrir la herida. Le avergonzaba mostrarse así de débil frente a ella. Una herida así no era nada para el heredero del Clan Jiang. Debía y Tenía que soportar el dolor.

-Señorita Wen, estoy bien. - Miró hacia un lado evitando hacer contacto con ella, y se apretó los labios. No sabía que era más molesto, esa herida en su pierna, o su orgullo dañado.

           La muchacha sin decir nada, se acuclilló dejando su espada de lado, y procedió a mover las ropas de él para revisar mejor la herida; y él lo único que hizo fue mirarla intensamente. Ella sacó de entre sus ropas un pequeño frasco con un polvo blanco con el que trató la herida. Sintió un pequeño ardor, que lo obligó a morderse los labios para no dejar salir ningún sonido que demostrara debilidad y miró hacia un lado.

-Es una suerte que sólo se lastimó la piel- dijo ella sin quitar la mirada de la herida, para luego levantar la mirada -Se recuperará al cabo de unos días. -

          El chico asintió y sonrió levemente, no podía dejar de mirarla. Aunque, inmediatamente luego de eso, escuchó un ruido en el agua y un golpe fuerte.

- ¡Ah! - Abrió los ojos de golpe y se encontró mirando el techo de su habitación. ¿Qué hago aquí?... Ah, cierto que desde que su sobrino llegó a Muelle de Loto, lo había estado obligando a dormir en su habitación.

             Se sentó en la cama, llevándose una mano al rostro para refregarse los ojos, mientras se acomodaba a la luz entrando a por la ventana y al espacio y tiempo donde estaba.

              Otra vez estaba teniendo este tipo de sueños, y lo peor es que ya era el segundo en menos de tres días. ¿Qué diablos está pasando conmigo? De todos los sueños que podría tener, ¿Por qué eran precisamente estos relacionados con su adolescencia? No podía negar que esos tiempos, antes de que todo el desastre ocurriese, sí eran recuerdos preciosos para él, pero... Ya habían pasado años, décadas incluso. Pero lo que más le causaba una mezcla de entre curiosidad y molestia, era el por qué de todas las personas con las que podía soñar; sus sueños recientemente eran con ella. Una persona con la que pasó muy poco tiempo, que ya no está y que ya no volvería. Era perfectamente consciente de esto, así como también que sus sentimientos hacia ella no habían sido lo suficientemente fuertes o intensos, como para aferrarse a memorias o sueños incluso a esta edad, con tantos años que habían pasado.

         Pero al final, llegaba a la misma conclusión de siempre. La culpa. A lo largo de los años, había tomado consciencia de todo el daño que había causado y cuanta gente sufrió por su culpa. Y ella fue una de sus tantas víctimas; y eso le carcomía. Saber que nunca podría arreglar eso, y lo peor de todo, es que su consciencia estaba ahí, recordándoselo en forma de sueños.

          Y es que no importa cuanto trate de enmendar lo que hizo, ¿Siempre iba a vivir de esta manera? ¿Con la culpa pisándole los talones y ahora también los sueños?

Algún Día (Jiang Cheng x Wen Qing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora