LA ÚLTIMA ROSA DE PORTAL

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Apenas aterrizó el avión, Terrence hizo lo posible para controlar las ganas de estrangular a alguien. Después de la llamada desde el palacio, y las indicaciones que le dio a Bernard, la posibilidad de que Candice estuviese en peligro o quisiera abandonarlo le preocupaba más que atrapar o no a ese Anthony. Tal vez hubiese sido lento para asimilar sus sentimientos, y su única excusa es que jamás se los había entregado a ninguna mujer. Saber que estaba en una gran posición de desventaja con Candice lo inquietaba más de lo que quería aceptar. Estaba un poco perdido en ese aspecto de las emociones, pero consultarle a Bernard sus conflictos personales no estaba dentro de sus consideraciones a seguir. Muy tarde, acababa de descubrir que el ser humano podía mantener durante largo tiempo un escudo que lo protegiera de sentir todo lo que ocurriese en el exterior; un escudo de cobardía, miedo y fragilidad; porque al tratar de ser fuerte también se era frágil, y en el momento en que la armadura cae, la persona queda por completo expuesta. Esto último era lo que le había ocurrido con Candice. La simple hipótesis de que ella se fuera para siempre, le parecía un castigo en sí mismo.

—¿En dónde está la Reina? ―preguntó al llegar a las inmediaciones del palacio. Su tono era como un látigo, y más profundo que de costumbre. Por lo general, era bastante serio y ajeno. En esta ocasión, la frialdad y enfado que emanaban de él estaban impulsando a los mismos militares, que solían hacer rondas de seguridad en los exteriores del palacio, a preguntarse si un pequeño error que cometiesen podría costarles el puesto de trabajo. Nadie quería cruzarse en el camino del rey en esos instantes.

Navarro intentó parecer calmado en el exterior, pero solo le bastó notar la expresión mordaz del rey para empezar a sudar profusamente.

―Majestad ―hizo una reverencia―, bienvenido…

―Corta la mierda, Navarro. ¿Cómo se te ocurre permitir que mi esposa se involucre en esta situación? Tu prioridad es la seguridad de ella, más no ponerla en peligro porque un tipo pide verla.

―El detenido aseguró que se trataba de un asunto de vida o muerte, y que solo explicaría la información que lo había instado a entregarse si primero tenía una entrevista con la reina. Como el hombre se entregó voluntariamente, no consideré que pudiera ser una amenaza. La reina ha estado custodiada cada momento… ―se aclaró la garganta―. Incluso hay guardias apostados en el exterior de la oficina en la que ella sostiene la entrevista con el detenido. Decidimos utilizar la oficina, que solía ser para interrogatorios de desertores en el tiempo del rey Richard. Ahora ese espacio lo usamos para sospechosos de alto perfil antes de enviarlos a las celdas de detención en el centro de la ciudad. Estábamos esperándolo a usted, Majestad, tal como se nos indicó hacer… Lamento si las decisiones no han sido las más idóneas, pero tampoco lo ha sido esta situación, en general. Terrence se impuso en toda su estatura. Sus ojos expedían veneno.

Navarro se daba cuenta de que mencionar al antiguo rey había sido un grave error.

―Anthony Andrew violó las reglas, y otorgarle una audiencia sin mi presencia sobrepasa tu alcance de autoridad. Debiste esperar a que yo llegara. Además, no soy estúpido ni necesito una clase de historia para saber qué rol cumple cada espacio de este palacio, ¿queda claro?

―Perdóneme, Majestad.

Cuando Anthony aseguró que tenía algo importante que decirle a la reina, los guardias se burlaron y lo encerraron en una oficina. Después de más de tres horas de insistir con lo mismo, argumentando que era un tema de vida o muerte, uno de los guardias ―el más joven y nuevo―, hizo llamar a la asistente de Candice, él tuvo la audacia de pedirle a la mujer que le llevase una nota a su amiga, la reina. La mujer parecía bastante leal a su cargo, y quizá fue eso lo que instó a Sophie a aceptar la nota y prometer que haría partícipe a Candice que una persona estaba detenida por haber traspasado la seguridad del palacio real, mientras aseveraba que una reunión con ella era un asunto de vida o muerte.

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