Terrence se abalanzó sobre Anthony, lo agarró del cuello y lo estrelló contra la pared más cercana. Candice soltó una exclamación, y lo miró, incrédula. Los guardias se acercaron con las armas listas para disparar. Bernard y el segundo asistente, ―que acababa de llegar corriendo desde la oficina del rey en el interior del palacio ―, y Sophie, también se asomaron para ver qué ocurría.
―¡Fuera de aquí! ―exigió Candice. Los guardias dudaron, pero ella insistió―: Yo controlaré la situación. Es una orden, y quien se atreva a contradecirme puede recoger sus pertenencias e irse del palacio real para siempre. Eso bastó para que la puerta se cerrase. Antes de acercarse a Terrence y colocarle la mano en el hombro, ella trató de neutralizar sus emociones. Albert le había enseñado a mantener la calma en situaciones de peligro, y la instruyó diciéndole que, si acaso se hallaba ante un animal salvaje, lo mejor era no sucumbir al pánico ni a la rabia. En esos momentos, por la tensión y posición del cuerpo de Terrence, Candice sabía que él había perdido toda capacidad de razonar. Verlo, tan apuesto y lleno de vitalidad, después de esos días sin su presencia, la tomó desprevenida. Su corazón, el órgano más tonto de su cuerpo últimamente, dio saltos de alegría. Tocar a Terrence era lo último que hubiera deseado, pero era imperioso si quería que Anthony sobreviviese a una pelea que jamás tendría posibilidad de ganar, menos si estaba mal herido como ahora. Con angustia notaba cómo Anthony no se defendía, tan solo cubría su rostro y estaba en posición fetal. Candice sabía que, si ponía una mano sobre el rey, no existiría posibilidad de apelar su situación. Jamás.
―Basta, por favor ―pidió Candice, moviendo el hombro de Terrence como si él fuese el mal herido. Se acuclilló entre los dos hombres―. Deja de golpearlo, Terry, él se acaba de entregar voluntariamente y quiere hablar con nosotros. Un golpe adicional le partió la ceja a Anthony. Candice quería gritar, pero no podía perder el control ni la razón. Ella, no. —Terry, no es una pelea justa; tú tienes ventaj en tamaño y posición jerárquica. ―le dijo en tono muy suave, casi cariñoso. Pero nada tenía que ver su corazón con lo que estaba tratando de hacer―. Por favor, apártate de él…
Terrence empezó a jadear y parpadeó varias veces como si recién se hubiera dado cuenta de lo que estaba haciendo. Giró el rostro hacia la derecha y se encontró cara a cara con su esposa. Detuvo los puñetazos de inmediato. Flexionó los puños y bajó la cabeza, agitándola de izquierda a derecha, tratando de detener el aleteo de celos para dar paso a la razón.
―Candice…―Terrence murmuró agitadamente, estudiando ese rostro que amaba, de facciones exquisitas. «¡Cuánto la había echado de menos!». La última ocasión en que se dejó guiar por sus instintos fue a los dieciocho años de edadn. Pero ahora resultaba bastante difícil cada que Candice estaba de por medio.
Cuando supo que estaba libre, Anthony hizo un movimiento rápido y se alejó a la otra esquina. Tenía el labio sangrante, la ceja partida… Apoyó la espalda contra la pared, echó la cabeza ligeramente hacia atrás; cerró los ojos tratando de recobrar el aliento. Podía escuchar las palabras suaves que salían de la boca de Candice, procurando calmar a Terrence. Anthony no lograba entender cómo su mejor amiga no se daba cuenta de los sentimientos que giraban entre ella y el rey.
―Candice… ―repitió Terrence bajando la mirada. Se sentó en el suelo un instante. Ella le acarició el rostro, mirándolo a los ojos, como si tratase de entender qué acababa de ocurrir. Los dedos recorrieron su barba primero, hasta que tocaron la piel. Él se sintió en el cielo por primera vez en varios días. Al darse cuenta de que estaba olvidando los motivos por los cuales necesitaba mantenerse alejada de él, Candice puso ligera distancia y bajó la mano.Terrence se puso de pie, y ella hizo lo mismo. Estaba frustrado, loco de celos, y necesitaba tenerla entre sus brazos. La expresión de altivez que poseía ahora había reemplazado a la de preocupación de hacía solo pocos segundos atrás; lo miraba como si no fuese digno ni de besar la punta de sus zapatos. Quiso hacer algo al respecto, pero se contuvo. Sería imprudente. ―Tenemos muchas cosas sobre las cuales hablar ―pidió Candice.
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LA ÚLTIMA ROSA DEL PORTAL
FanfictionLa princesa Candice White Andley, prometió vengarse de Richard GrandChester, por la muerte de sus padres y hermanas. Sin embargo el Rey Richard GrandChester a muerto, y ahora en su lugar está su hijo Terrence. Todos creen que la princesa Candic...